César Fabián nació vigoroso, de casi 10 libras de peso. Su joven madre recibió durante el embarazo todo el cuidado que una gestante necesita. En Cuba, ellos: hijo y madre son prioridad y ni los rigores extremos del bloqueo norteamericano impide atenderlos y velar por su salud. Pero la historia de estos camagüeyanos no termina ahí.
El bebé tiene ahora 2 meses de nacido. Tras una fiebre inexplicable y todos los exámenes pertinentes se le diagnosticó Meningitis…pero ya se recupera; el peligro pasó. En estos meses del año aparece la enfermedad en el país sin constituir brotes pues los niños están protegidos con la vacuna cubana antimeningocóccica tipo B (VA-MENGOC-BC), única de su tipo en el orbe que controla epidemias de meningococo B.
Así, en el Hospital Pediátrico “Eduardo Agramonte” de Camagüey, como hubiera sucedido en cualquier otro de la Isla, a César Fabián se le están garantizando los antibióticos para combatir la enfermedad, no importa cuánto le cueste al Estado su adquisición en lejanos confines del planeta. El absurdo cerco económico, comercial y financiero del gobierno imperial lo provoca. Por lo que los mismos fármacos multiplican su valor varias veces.
Este martes cuando la Asamblea General de Naciones Unidas emitió su décimo novena condena contra esta injusta medida de 48 años y exigió su levantamiento, con 187 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones, es imposible no pensar en sus efectos humanos, sobre todo en niños como César Fabián, y otros en peor situación, como aquellos que padecen enfermedades oncológicas.
Pero, el daño del bloqueo está –aunque conscientemente no lo reconozcan- en los propios norteamericanos, convirtiéndose así en un bumerán. Y vuelvo a la Meningitis de César Fabián. Recordemos que Cuba posee la única vacuna en el mundo protectora contra todos los serotipos de la meningitis meningocóccica, lo que ha cortado la incidencia de la enfermedad no sólo en la Isla, sino también en otros países. Sin embargo, por esas medidas, los niños norteamericanos no tienen derecho a protegerse, no obstante la disposición de la ciencia cubana de servir a la humanidad.
Recordemos también que los niños y niñas son inmunizados con 10 vacunas, administradas de forma gratuita, que les ofrecen protección contra 13 enfermedades. Son estas poliomielitis, difteria, tétanos, tosferina, tuberculosis, fiebre tifoidea, sarampión, rubéola, parotiditis, meningitis B y C, hepatitis viral B. Recientemente nuestros científicos lograron una vacuna contra el Haemophilus influenzae, agente bacteriano causante de meningitis y neumonías en los primeros años de vida.
Siete de esas 10 vacunas se producen en nuestro país, gracias al desarrollo alcanzado por la industria biotecnológica y farmacéutica, algunas de las cuales, como la antimeningocóccica grupos B-C y la antiHaemophilus influenzae, obtenida con un antígeno sintético, constituyen aportes cubanos a la ciencia mundial.
Y todo eso lo ignoran los norteamericanos, aún cuando los científicos de su país quisieran aumentar los intercambios con los nuestros, cuyo prestigio mundial es una realidad.
Como se demostró otra vez en la ONU, Cuba tiene y dice la verdad, porque su verdad es la de sus niños, la de sus jóvenes, la de su pueblo, que defiende con o sin bloqueo, la vida y el futuro. César Fabián hoy es mi motivo pero su rostro es el de todos los pequeños que en Cuba no merecen crecer bloqueados.
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