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viernes, 14 de junio de 2013

Conociendo más al Héroe René González

Entrevista exclusiva a René González publicada en el periódico Escambray y Radio Sancti Spíritus.
Por Enrique Ojito Linares y Arelys García Acosta
Foto: Vicente Brito

“Si usted dice que para esta misma noche, inventamos un avión y vamos a La Habana”, le aseguró, sin esconder la ansiedad, este guajiro de La Sierpe a René González Sehwerert —el primero de los Cinco en retornar a la isla—, al solicitarle una entrevista, posibilidad que, al final, no denegó: “Llámanos dentro de unos 10 días”. La situación legal del antiterrorista aconsejaba esperar.

¿Qué más le dije? No recuerdo; a veces la emoción traiciona. Minutos antes y de repente, su esposa Olga Salanueva Arango me preguntó, vía telefónica: “¿Quieres saludarlo?”. Cuando menos, salté de la silla giratoria en la Redacción; significaba hablar con un Héroe de la República de Cuba, quien dejó, sin lamento alguno, 13 años de su vida en penitenciarías de Estados Unidos.

A escasas horas de finalizada la Segunda Jornada 5 días por los 5 en Washington DC…“podemos vernos hoy, a las tres, en la Casa de la Amistad; antes, estaré allí con Russia Today”. Solo entonces el alma me vino al cuerpo. El diálogo quedó pactado para la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), donde declararía que regresar a Cuba sin sus compañeros –Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González– fue la pesadilla de su encierro.

Luego de cumplir su condena de tres lustros de prisión el 7 de octubre de 2011, René empezó a saldar tres años de libertad supervisada. Esas condiciones fueron modificadas el 3 de mayo pasado por la jueza Joan Lenard, quien aceptó la permanencia del cubano en la isla, a cambio de su dejación a la ciudadanía estadounidense, certificado concedido el día 9 de ese mes.

Tarde de nubes negras y bajas. En sordina, se escuchan los pitazos y los rumores de la calle en el amplio corredor de la sede del ICAP, adonde René llega ahora con el andar del alpinista que nunca renuncia a pisar la cima, y se sienta, con sus gafas oscuras —colgadas de la camisa a cuadros—, entradas altas y el mentón rematado por las canas. Bien cerca, Olga, atenta a sus ojos claros y a las manos que se cruzan una y otra vez, mientras él revive sus breves años en Chicago, que lo vio nacer el 13 de agosto de 1956.

Apenas son fragmentos de recuerdos, aclara. La familia residía próxima al lago Michigan; no olvida el muelle de madera camino a la profundidad de las aguas, y el olor del parque que iluminó ciertos versos dedicados a su compañera.

No olvida, tampoco, la maldad que sacó de las casillas a sus viejos —Irma y Cándido—: con su hermano Roberto, salió a una avenida “a hacerles monerías a los automóviles”, travesura interrumpida, afortunadamente, por un policía que los condujo a casa. “También recuerdo bastante el viaje hacia Cuba en barco, en el Guadalupe”.

Eso sucedió posterior a la invasión mercenaria por Playa Girón.

“Sí. Los viejos estaban en el comité Pro justo trato a Cuba, y salieron a las calles a manifestarse contra la invasión; recibieron represalias; inclusive, personas de la derecha los agredieron. Después tomaron la decisión, y vinimos en octubre del 61”.

Conocido por el apelativo de Castor en las lides de la Seguridad del Estado —según el brasileño Fernando Morais, en su libro Los últimos soldados de la guerra fría—, René volvió a suelo norteamericano el 8 de diciembre de 1990 mediante el robo de una aeronave en San Nicolás de Bari, situado hoy en la provincia de Mayabeque.

Antes de la partida usted le dejó a Olga algo de dinero y la letra de una canción de Pablito Milanés dentro de una revista. ¿Era un mensaje en clave?

Es difícil irse, y saber que la familia no tiene conocimiento de lo que vas a hacer. Una de las cosas más difíciles de este tipo de misión es convencer a la gente que tú respetas de que eres un traidor. En todos estos años las tareas más difíciles las cumplí en Cuba; las dos fueron en San Nicolás de Bari: renunciar al proceso del Partido (Comunista de Cuba) y robarme un avión. Hay cosas que no son tareas, pero que son humanas, y una es dejar a la familia, eso es fuerte. Efectivamente, le dejé el dinero que había guardado y aquella canción, ni recuerdo que canción era, en una Bohemia.

Le dije a Irmita, que tenía seis años y era muy discreta, una tumba: le voy a dejar un regalito a tu mamá aquí para cuando venga el fin de año. Esto es un secreto para darle una sorpresa a tu mamá. “¡Mami, mami!, papi dejó esto aquí”; así fue como Olguita lo encontró.

¿Cuántas veces usted repasó el plan de secuestro del avión que lo llevó a Boca Chica, adonde llegó casi sin combustible?

Ninguna. En las condiciones en que todo sucedió era imposible repasar ningún plan. Estábamos entrando en el período especial; los vuelos de lanzamiento de paracaidismo y de deporte aéreo, en general, fueron unas de las primeras actividades afectadas. Todo resultó improvisado, a excepción de la decisión de que si se me daba la oportunidad me iba a ir. Tenía que buscar el momento oportuno y sacarle el máximo; de ahí que llegara sin combustible. Se me dio la posibilidad de hacerlo, y calculé rápidamente; me dije: el combustible me alcanza exacto, tengo que lanzarme. Probablemente, haya sido el vuelo más peligroso, más arriesgado, en mi vida.

Al llegar a Miami usted declaró a la llamada Radio Martí haberse sentido un verdadero Cristóbal Colón cuando vio los cayos al sur de la Florida. ¿Cómo entrar en el personaje de traidor y hacerse creíble ante la opinión pública?

Me lo pregunté desde que me plantearon la misión; no creo que alguien pueda entrenarse para eso. Además, yo era todo lo contrario; nunca he sido un simulador. Tú no puedes encontrar a alguien que sea un revolucionario y sea un simulador. ¿Cuál es la clave? El sentido del deber; la satisfacción de engañar a alguien que quiere hacerle daño a mi pueblo, y a partir de ahí, a lo mejor intervienen ciertas características personales que te permiten hacerlo.

Recuerdo cuando conocí a Félix Rodríguez, el Gato; casualmente fue el día en que se creó Hermanos al Rescate. La víspera yo estaba en casa de un piloto que había secuestrado un avión en los años 60 y era jefe de un grupo denominado la CUPA (Cuban Pilots Association). Estando con él, lo llama Basulto (José) para informarle: “Oye, vamos a armar un grupo que se va a llamar Hermanos al Rescate, y haremos una conferencia de prensa en el aeropuerto de Miami”. Y el hombre me invitó.

Voy para allá, y cuando entro por aquel salón me reciben: “¡Ahh! —me conocían del periódico—, el que se llevó un avión”. Y así, de sopetón, me sueltan: “Mira, te presentamos a Félix Rodríguez, el hombre que mató al Che”. No sé qué me pasó de pronto —fue un corrientazo—; saqué la mano y se la di: no me digas, compadre, que tú eres el tipo. Por dentro, me asombré: ¿cómo es posible que yo haya podido hacer esto? Cuando salí, me dije: ya yo sirvo para esta tarea.

Al ser agente de la Inteligencia de un Estado, algunos podrían pensar que usted llevaba una vida holgada. ¿Cómo sobrevivió económicamente aquellos primeros meses?

Tuve la ventaja de tener mucha familia allá que me apoyó; o sea, desde el punto de vista económico nunca me sobró un quilo; pero sí tuve casa y comida. Mi abuela me recibió, y yo, claro, desde que llegué empecé a trabajar. Hice varios trabajos; sin embargo, el propósito mío siempre fue acercarme al ambiente de la aviación.

Después se crea Hermanos al Rescate y entro por ahí. Para poder avanzar en ese ambiente tuve consumir mucho de lo que ganaba en sacar muchas licencias, que es muy caro. De entrada trabajé en una tienda por un salario miserable; después vendí unos calentadores muy malos y no quise seguir vendiéndolos porque estaba engañando a la gente; hice piso, hice techo. Tuve una vida modesta y mi principal objetivo siempre fue avanzar como piloto.

En mayo del 91 ingresó a Hermanos al Rescate; sobrevoló La Habana con Basulto, tiró panfletos. ¿Cómo llenarse de esa sangre fría para compartir cabina con ese terrorista?

Yo no fui a Estados Unidos a combatir personas; fui a combatir actividades que dañaban a Cuba, que podían causar perjuicios al pueblo cubano, a la propiedad, a nuestros dirigentes; fui a alertar al país sobre esas actividades. En esas circunstancias no puedes ponerte a entrar mucho en el elemento personal que te divide porque sí te disocias.

Usted llevó a bordo a periodistas de canales como Univisión, que armaban su campaña anticubana.

En su origen, Hermanos al Rescate fue, probablemente, una de las operaciones de guerra psicológica más bien montadas que haya habido. Se monta sobre el tema de los balseros, un asunto complicado y fácil de manipular. La organización la fundan Basulto y un grupo de veteranos de Bahía de Cochinos, y más específicamente de los grupos que llamaban los teams de infiltración. Esos grupos habían sido preparados por la CIA (Agencia Central de Inteligencia) en los años 60 en sabotajes, en infiltración e exfiltración, guerra psicológica.

Ellos ven la posibilidad de utilizar el tema de los balseros para hacer una guerra sicológica de dos vías: por una parte, estimular en Cuba las salidas ilegales como una forma de desestabilizar la sociedad cubana, y, por otra, proyectar hacia el mundo la imagen más negativa posible de Cuba, como el infierno del que la gente se estaba yendo. Es una etapa muy propicia para eso por el momento en que se estaba viviendo: el período especial; la gente quería irse porque tenía problemas económicos… Ellos aprovecharon muy bien ese momento.

En la propia ciudad de Miami se va creando, igualmente, una euforia alrededor de todos los problemas que tenía Cuba y los que no tenía, y los que no tenía los inventaban. En esto ese contexto, Hermanos al Rescate es una herramienta de propaganda muy fuerte, que apela, por otro lado, al sentimiento humanitario: tienen a los balseros, al individuo que está medio muerto en una balsa, y ellos los rescatan. Ahí se mezclan varios elementos que les permiten montar una operación de guerra psicológica muy fuerte.

Después ellos van evolucionando; en la medida en que el período especial se pone más difícil se incrementan sus esperanzas de que en Cuba se produzca una explosión, y empiezan, en una etapa poco más intermedia, a apostar por la explosión en Cuba, que la gente se lance para la calle; lo que sucedió en el Malecón en agosto del 94 fue para ellos un impulso, una bocanada de aire fresco.

En ese contexto comienzan a preparar ya acciones violentas; en el juicio salió evidencia de que Hermanos al Rescate estaba en el juicio, salió evidencia de que estaba preparando unos artefactos mortíferos para ser lanzados sobre Cuba y que podrían ser utilizados por personas descontentas contra la Policía. Esos artefactos eran como unas bengalas; pero en lugar del material pirotécnico, se cargarían con balines y pólvora, o sea, serían utilizados para hacer daño, para matar.

(…) ¿Qué pasa? Se produce la llamada Crisis de los Balseros (en 1994 emigraron ilegalmente hacia los Estados Unidos más de 30 000 personas). Cuando los Estados Unidos y Cuba firman los acuerdos migratorios (el Comunicado Conjunto del 9 de septiembre de 1994 y la Declaración Conjunta del 2 de mayo de 1995), el negocio de Hermanos al Rescate se va al piso, porque los cubanos que se lanzaban al mar iban a ser interceptados por la Guardia Costera y serían repatriados a Cuba.

Ese fue un golpe muy duro para Hermanos al Rescate, y pasan ahí a incrementar la provocación, o sea, pasan a tratar de crear un conflicto entre Cuba y Estados Unidos. Es cuando empiezan a producirse los sobrevuelos a Cuba, las provocaciones, las famosas flotillas; en abril del 94 había habido una y después ellos empiezan a incrementarlas con Movimiento Democracia. En fin, eso fue lo que sucedió hasta que se produjo lo del 24 de febrero del 96, que fue el golpe de gracia a Hermanos al Rescate.

¿Qué misiones concretas asumió?
Estuve en varias organizaciones; Hermanos al Rescate fue la primera en la que me involucré. Obviamente, la misión fundamental era mantener a Cuba informada de todo lo que estaba haciendo, de todos los preparativos de las flotillas… Desde un inicio Basulto concibió Hermanos al Rescate como una organización que, además de dedicarse a los balseros, realizara acciones violentas; inclusive, él me consultó en el año 92 acerca de una incursión para hacer un sabotaje al sistema eléctrico nacional con la utilización de sus aviones.

Luego Basulto estuvo envuelto en la adquisición de un avión de combate ruso, un Mig 23, que quería emplearlo para una actividad violenta. En Estados Unidos se usa mucho que cuando un país desactiva ciertos aviones, algún particular los compra. También quería comprar un avión checo de entrenamiento militar.

Me vinculé al PUND (Partido Unido Nacional Democrático), que en los años 92 y 93 realizó incursiones en la costa norte, sobre todo en el área entre Varadero y Cayo Coco. Un comando del PUND asesinó a un compañero en Caibarién; estuve vinculado a las actividades que hacía de infiltración. Comando de Liberación Unido estaba envuelto, igualmente, en esas actividades.

También había que localizar. Un grupo paramilitar de la FNCA (Fundación Nacional Cubano-Americana) adquirió varios medios y había que localizarlos, algunos eran aéreos; estaban en el área de mi competencia. La localización de Posada Carriles me llegó a través de una indiscreción en los años 90. Ese era el tipo de actividad que estábamos realizando,

¿Por qué colaboró con el Buró Federal de Investigaciones (FBI) en el desmantelamiento de operaciones de drogas?

Desmantelé dos operaciones de drogas. ¿Por qué? Primero, todo el mundo sabe la posición de Cuba contra las drogas; pero, además, ahí la droga juega un doble papel, porque no es solamente el daño que hace como tal; sino que el dinero de esta se utilizaba para financiar el PUND y el Comando de Liberación Unido. En la medida que tú les ibas cortando las fuentes de financiamiento eran operaciones que no se hacían contra Cuba.

Resulta muy difícil saber cuántas operaciones se dejaron de hacer, por ejemplo, una vez que pudimos meter preso a Tony, el Gordo, que era quien financiaba el PUND. Se quedaban sin dinero; esos fueron golpes fuertes para ellos.

¿Cómo dominar la sensación, al ser agente al servicio de la Inteligencia, de sentirse vigilado?

Existen conductas propias de la actividad que tienes que adoptar, y estar alerta. Te puede hacer mucho daño si exageras; tampoco puedes relajarte del todo, tienes que buscar un balance ahí y decir: bueno, déjame estar alerta, tengo que cuidarme; pero, por otra parte, no puedes volverte loco.

En medio de todo ello, usted tenía la decisión de reencontrarse con Olga e Irmita. ¿Cuánto hizo René en función de eso? Dicen que estuvo hasta en el Capitolio.

Ahí entran a jugar muchas consideraciones. Ileana Ros-Lehtinen no tenía la capacidad de llevar a Olguita para allá; eso fue parte de todo el esquema. Obviamente, para mí siempre fue una prioridad que ellas se reunieran conmigo. Tomó trabajo por toda una serie de circunstancias que había que hacer coincidir; fueron seis duros años de separación; al final pudieron ir para allá en diciembre de 1996.

Hasta en traje y corbata, con flores en la mano, usted las recibió en el aeropuerto de Miami.

El reencuentro tuvo dos ángulos contrapuestos; desgraciadamente tuve que hacerme acompañar por algún elemento que no era muy… (Ramón Saúl Sánchez, líder del Movimiento Democracia). El reencuentro significaba, prácticamente, como si Olguita y yo nos casáramos de nuevo. Estábamos casados desde el 83; después de seis años de separación, fue hermoso y, al mismo tiempo, difícil por la adaptación de Irmita; pero venció el amor.

De ese amor surgió Ivette. ¿Cómo Gerardo Hernández, sin hijo, disfrutó el nacimiento de Ivette?

Gerardo siempre fue muy sensible a todo lo que fuera la familia. Antes de que Ivette naciera, estuvo muy pendiente de la llegada de Irmita; después, un regalito por aquí, una atención por allá; con Olguita también. Éramos como una familia; en realidad, en esas circunstancias es la única familia que tienes en el sentido de que es la única gente a quien tú puedes decirle todo. Yo tenía familia allá, que no comulgaba con nuestra forma de pensar; pero demostraron ser una gente muy buena. Gerardo asumió ese rol de una manera muy humana, con una capacidad de querer muy grande; efectivamente, con Ivette, muy contento.

¿En cuáles circunstancias aconteció su arresto el 12 de septiembre de 1998?

Un arresto en Estados Unidos es un eufemismo por asalto; realmente constituye un asalto. Te asaltan la casa con un alarde de violencia para paralizarte; es el primer paso para ablandarte. Ellos (FBI) empezaron a golpear la puerta; en otros casos las tumbaron con un ariete. Nosotros vivíamos en un pasillo muy estrecho y la puerta era de hierro; parece que la física no les dio y no podían derribarla. La golpearon violentamente, y cuando abrí entraron con pistolas afuera; la empujaron, me lanzaron contra el piso mientras me amenazaban con la pistola; me esposaron de inmediato, y cuando Olguita salió del cuarto la tiraron contra la pared. Después me levantaron; me preguntaron si era René González y si yo era de Hermanos al Rescate. Me sacaron de la casa ese sábado y de allí me llevaron hasta la prisión.

¿Cómo describir los primeros días de cárcel?

Los primeros días son terribles. Además, en el caso nuestro, no fue como en otros que normalmente ellos te llevan a un área de admisión, te dan tu ropa, te explican cómo funciona la cárcel, te dan una llamada telefónica. A nosotros nos dieron un tratamiento especial; en términos militares eso lo llaman golpe y estupor, o sea, te arrestan violentamente, te pasan por el FBI para ver si vas a ser de los que te declaras culpable o no, de los que cooperas o no. De inmediato te meten en el “hueco”, solo ahí, para que comiences a pensar en lo que te espera. Son días en los que no puedes dormir; ni siquiera nos dieron una sábana, nada.

En ese momento se decide tu futuro. Si no decides rajarte, después no lo vas a hacer. Nosotros decidimos desde ese momento que no nos íbamos a rajar y ya. Me tocó esto, pues a enfrentarlo.

Hasta el lunes fueron días difíciles. Todo es un teatro que se prepara: te tienen el sábado, domingo a solas con tus pensamientos, sin afeitarte, sin lavarte los dientes; el lunes te visten de payaso y te bajan a la Corte. Te hacen pasar por un pasillo, y está toda esa jauría de gente, llena de odio, mirándote encadenado, barbudo, con aspecto cadavérico, y la preocupación por la familia está dándote vuelta.

Tuve suerte; cuando me bajan del elevador y me enfrentan a ese salón lleno de gente y voy buscando a la familia, de pronto siento un grito: “¡¡¡Papiiii!!!”, miro y está Irmita haciéndome así (René levanta el dedo pulgar hacia arriba, bien alto). A partir de ahí respiré y me dije: este aire me dura hasta que se acabe esto, y me sigue durando todavía.

¿A qué se aferró usted para no traicionar, como sí lo hicieron otros miembros de la red cubana?

En lo más básico, a la dignidad humana; yo creo en el valor de la dignidad. El proceso demostró que hay quienes no creen en ese valor; los valores humanos existen. Todos los proclamamos; pero en condiciones como esas se demuestran quiénes creen en ellos o no. Los Cinco creímos en ellos. Si los valores humanos existen, no veo por qué un ser humano deba ceder a la fuerza bruta, más allá de la política (ideales).

Porque este tipo tiene la capacidad de maltratarme, de encerrarme, yo cedo; nadie me enseñó que eso tenía ningún valor. A eso se añade la misión que estabas haciendo, el conocimiento de tu causa, la conciencia de lo que estuviste haciendo, saber que tienes la razón, saber que estabas defendiendo la vida humana, saber que estás siendo juzgado injustamente.

Todo eso se va añadiendo, y más allá de eso también está la conducta de ellos. Tú los ves mentirle a la jueza, chantajear testigos, engañar a la Corte, burlarse de las órdenes de la jueza, mentirles a los jurados, preparar gente para que mientan. Al ver que se rebajan y se rebajan, dices: ¿hasta qué punto puede rebajarse esta gente? Entonces te dices: yo no puedo ceder ante esta gente.

Usted estuvo encarcelado en Pennsylvania, Carolina del Sur y Florida. ¿Cómo hacerse respetar en un ambiente tan hostil?

En el caso del sistema penitenciario norteamericano, el haber ido a juicio te da mucho respeto; casi nadie va a juicio. La gente tiene miedo de ir a juicio; el sistema está arreglado de forma tal que el que va a juicio lo pierde. Los abogados te convencen de que no vayas y de que cooperes con la Fiscalía, y cooperar termina siempre con delatar a alguien. ¿Qué pasa?; cuando fuiste a juicio, te enfrentaste al Gobierno.

La gente te respeta mucho por eso; además, saben que no los vas a delatar. Y más allá está la actitud tuya; si tú tratas bien a la gente, en general, te trata bien. Debes relacionarte con personas que tengan actitudes positivas, constructivas; rehuir a conductas como el juego, las deudas; no involucrarte en las pandillas.

Las cartas ayudan bastante, es decir, el que la gente te vea recibir muchas cartas de todos los países; entonces, vienen y te piden los sellos. Nos ayudó la emisión de sellos cubanos; decían:

“¡Coñooo!, ese tipo sale en un sello”. Hasta los guardias me los pedían escondidos. “Fírmamelo”.

¿Hubo alguien entre los compañeros de celda o de prisión, en general, que lo marcara a usted?

Tuve muchos compañeros de celda. Recuerdo a un rapero que estuvo conmigo (en Marianna, Florida) y se involucró tanto en el caso que un día cogió un pulóver y entre él y Rody (Rodolfo Rodríguez) lo pintaron con el símbolo de los Cinco. Se metieron en la yarda, y cantó una canción rap ahí por los Cinco; por poco aquello se revuelve allí.

Rody es un caso curioso: un cubano con un prontuario delictivo desde que era muchacho, inclusive, violento; sin embargo, cuando me conoció —ya estaba en un proceso de evolución—, él tenía mucho resentimiento contra Cuba. A través de nuestras relaciones comenzó a cambiar sus visiones de Cuba, de la Revolución, de Fidel; luego era más comunista que yo. Me reía a veces: oye, compadre, dale un break a la gente; no te fajes con todo el mundo.

Había un supermaxista blanco que había tenido, también, un pasado muy violento, una infancia muy disfuncional, había terminado en lo que le llaman skinhead (cabezas rapadas), asaltó banco. Poco a poco había ido reconsiderando, y le tocó la suerte de estar conmigo en la celda cuando él estaba en ese proceso; se me acercó, reflexionó mucho conmigo y terminó politizándose. En general, sí hay mucho respeto hacia uno por parte de todos los presos.

Olga se convirtió en horcón de una familia, madre y padre a la vez; no obstante, usted no perdió las riendas de la casa.

Las riendas de la casa las tenía Olguita; hay que ser franco. No me gusta estar dirigiendo a la gente desde la distancia. Yo confié en Olguita; mi papel era hacer bien lo mío allá. Me pareció siempre importante que ellos supieran que yo estaba bien; de la misma forma que para mí era muy importante saber que ellas estaban bien. Olguita sabía lo que tenía que hacer, y lo hizo bien, y dentro de eso el intercambio con las muchachitas, el consejo... Ellas han tenido una relación muy abierta siempre conmigo. No soy un padre gruñón, creo que soy un buen padre, un buen amigo.

¿Qué hacía René para salir de la depresión que le llega a todo ser humano, más aún en un encierro?

No me llegó, no. Yo acuñé una frase de la que la gente se reía; me preguntaban por la mañana: “¿Cómo tú estás?” I’m always ok. Y ya la gente venía y me decía: “Yo sé que tú estás bien”. ¿Por qué lo decía? No sé; uno tiene que espantar esas cosas, tienes que luchar. Hay días que te levantas más ansioso, o sea, la ansiedad sí llega. Hay una dosis de ansiedad que está ahí, y que tienes que aprender a reconocerla, y decirte: relájate. Hay días que te levantas y a lo mejor estás un poco más irascible; es cuando tienes que decirte: espérate, no te vayas a buscar un problema.

Me refugié mucho en el ejercicio físico, en la lectura, en el estudio. Para mí era muy importante no mirar el tiempo; el tiempo no me va a matar, me decía, y me funcionó: no me llegué a deprimir nunca.

¿Cuándo venía más la imagen de sus padres en la cárcel?

Uno mantiene la imagen de la familia todos los días; tenía un pequeño mural con las fotos familiares. Recuerdo, por ejemplo, el día que leí los alegatos. Cuando me paré frente a la jueza y la atravesé con la mirada para decirle varias verdades, me cogí el cinto por atrás y me lo levanté, como diciendo, ahora voy para allá. El viejo me vino a la mente enseguida; era un gesto suyo; un gesto de esos que tú heredas automáticamente. (…) A esa edad, no tienes que estar pensando: mamá haría esto, papá lo otro. Ya uno se destetó; pero lo que ellos te enseñaron, esa conducta la llevas contigo todos los días, todas las horas, y eso te permite sobrevivir.

¿Pudo pegar el ojo la noche del 6 al 7 de octubre del 2011, cuando salió de la prisión de Marianna?

Sí; en la cárcel no puedes permitir que te quiten el sueño. Esa noche me la echaron a perder un poquito; me pusieron en el “hueco”, no por nada malo, sino porque habíamos echo un arreglo con la propia prisión para que yo saliera más temprano a fin de evitar la prensa; sabían que había consideraciones de seguridad. Me sacaron de improviso de la celda y me llevaron para el “hueco”. No pude despedirme de la gente. La idea mía era levantarme al otro día bien temprano, afeitarme, ponerme bien bonito, en lo posible; pero, en fin, me acosté a dormir.

“Llegó René González a la Patria”; el titular de Cubadebate.cu daba la vuelta al mundo el 20 de marzo de 2012. Pasado el mediodía de ese viernes arribaba a La Habana en visita privada y familiar: su hermano Roberto, miembro del equipo de defensa de los Cinco, estaba gravemente enfermo. “Mi Brother de toda la vida”; así encabezó René una carta, fechada en febrero y que cerró con una frase que aún hoy nos sacude: “¡¡Respira brother, respira!!”.

La libertad supervisada decretó su vuelta a la Florida. “Regresar a allá fue bastante fuerte; tuve que volverme a adaptar otra vez”, comentaría luego, a sabiendas del Miami vengativo.

Por si no bastara, el primero de abril de este año René sufrió la pérdida de Cándido, su padre. El dolor devolvió al hijo a Cuba, donde tramitó su renuncia a la ciudadanía estadounidense.

El tiempo de un Héroe dicta límites, mesura, a este reportero, cuyos ojos miopes siguen con discreción la mano de René que, sin prisa, busca el brazo cálido y cercano de su esposa.

Por cierto, ¿cuándo llevará a Olga al cine? El día en que usted secuestró el avión le prometió ese regalo para esa noche.

“Es verdad; hoy estábamos hablando de eso; pero no se lo voy a decir a la prensa (RISA CÓMPLICE), porque si no…”.

Atardecer habanero lleno de nubes y relámpagos. Instantes después de apagar la grabadora, gotas anchas y sonoras empiezan a cubrir el Vedado. “Será difícil que hoy pueda llevarla a ver alguna película”, me dije cuando puse un pie en la calle.

martes, 21 de mayo de 2013

#Cuba: Ya se pueden importar equipos electrodomésticos y ciclomotores


Una nueva disposición de la Aduana General de la República de Cuba, publicada hoy en la Gaceta Oficial, en edición extraordinaria, autoriza la importación sin carácter comercial y por personas naturales, de equipos electrodomésticos y ciclomotores eléctricos.
La Resolución 143, de mayo de 2013, establece la entrada al país de estos artículos, siempre que su valor, cantidad y requisitos técnicos se correspondan con los límites establecidos en la legislación vigente.
Podrán importarse, solo en cantidad de dos, acondicionadores de aire de cualquier tipo, si su capacidad no excede de una tonelada; y cocinas y hornillas eléctricas (las vitrocerámicas de inducción) de diferente modelo y cuyo consumo no pase de los mil 500 watt.
Se suman refrigeradores del hogar, freezer y otros equipos eléctricos, como duchas, freidoras, calentadores de agua, planchas domésticas, tostadoras de pan y hornos microonda, estos últimos de cualquier tipo y con un consumo no superior a los dos mil watt.
Cada persona natural puede entrar al país hasta dos ciclomotores eléctricos, con partes y piezas, siempre que su velocidad máxima no supere los 50 kilómetros por hora y la potencia del motor no exceda de mil watt.
La Resolución 143 define, además, que los recursos de reclamación iniciados antes de la entrada en vigor de esta normativa, y aún no concluidos, se regirán por lo dispuesto en la presente.(CUBADEBATE)

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Adriana y Gerardo: una historia de amor

Tomo prestada esta crónica y espero que su dueña no se molesto por eso, mi objetivo es que cada vez se conozca más esta hermosa y difícil historia de amor.

Este amor inmenso

Por Iraida Ma. Hernández Prado

El 7 de noviembre de 1986 se hicieron novios Adriana Pérez O' Connor y Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco Héroes cubanos prisioneros del imperio.
Hace más de 14 años que los enamorados no se ven, no pueden tomarse de la mano, darse un beso o un abrazo. Duele querer en la distancia, más cuando ellos son protagonistas de una hermosa historia de amor.
Se conocieron el 20 de octubre de 1986, en una parada de ómnibus en la Rampa habanera. El ímpetu y la perseverancia del joven triunfaron el 7 de noviembre, cuando se hicieron novios.
Adriana Pérez O'Connor y Gerardo Hernández Nordelo, uno de nuestros Cinco Héroes, se casaron el 15 de julio de1988, para unir de esta manera aún más a dos seres completamente flechados por Cupido.
Nuestro compatriota fue injustamente condenado el 12 de diciembre de 2001 a dos cadenas perpetuas y 15 años en un amañado proceso, celebrado en Miami.
Las cartas quedan como una de las vías para reflejar la pasión de los enamorados. Gerardo le asegura a Adriana: "Nosotros tenemos lo más importante, mi niña, nos tenemos el uno al otro, tenemos este amor inmenso que ha superado todas las pruebas, a partir de ese punto, podemos lograr cualquier cosa. Solo necesitamos un poco más de paciencia, optimismo, y sobre todo pensar mucho en el otro, tenermos siempre presente. Te amo, reina."
Adriana le transmite a Gerardo: "Siempre espero el milagro de un sí cuando pido la visa. Me aferro a la ilusión del encuentro que sigue dilatándose (...) Me sostiene esta felicidad que siento cada vez que recuerdo cómo te conocí y los detalles mínimos que hemos vivido juntos."
En una entrevista publicada el domingo 23 de septiembre de 2012 por el periódico Juventud Rebelde, Adriana confiesa: "(...) La voz es lo que tengo hoy, pero me encanta oírlo reír, Gerardo tiene una sonrisa lindísima y lo disfruto muchísimo. Lo que más me gusta de él son las manos y su sonrisa. Sin embargo, la voz de Gerardo te transmite todo lo que necesitas. Hoy yo me conformo con la voz, pero extraño a Gerardo todo. Todo."

lunes, 14 de mayo de 2012

La contrarrevolución oportunista y desnaturalizada


M. H. Lagarde

Más o menos al mismo tiempo en que los medios de información daban a conocer al mundo los resultados de un informe de la ONG Save the Children, donde Cuba figura como el mejor país de América Latina para ser madre, la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana reunía a una docena de sus mercenarias, en su cuartel general del Malecón habanero, para impartirle un curso sobre “Los Retos del Liderazgo Femenil: Rompiendo las barreras de la exclusión”.  
El presunto curso introducido por el jefe de la misión SINA en La Habana el señor Jonh Caulfield y, vía teleconferencia desde Managua, por la embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, la señora Powers, contaba entre sus puntos de diálogo con preguntas  tales como: “¿existen las mismas oportunidades en Cuba para las mujeres que para los hombres? ¿Sienten que hay o no igualdad de los sexos (derecho a la educación, participación en la política, oportunidades de trabajo?”
La discusión entre las supuestas “líderes” femeninas cubanas y nicaragüenses resultara risible sino el supuesto curso no fuera otra muestra de  injerencia en los asuntos de Cuba organizado por los directivos de la SINA en La Habana.
En realidad, el verdadero motivo de la reunión no fue otro que impartirle instrucciones a las mercenarias cubanas sobre cómo realizar actos de provocación en las calles habaneras el próximo domingo, Día de las Madres.
La mejor parte de la reunión, según testimonio de algunas de las presentes, fue, como ya es habitual en este tipo de “clases” la de la merienda, el cobro y los regalos.
 La mercenaria cubana Berta Soler, líder de las llamadas Damas de Blanco, recibió de parte de la también “Dama”, radicada en España, Blanca Reyes Castañón la cifra de 1000 euros la cual la Soler repartió entre algunas de sus subordinadas y se embolsilló la mayor parte.
Entre los regalos se cuentan los celulares, radios, cámaras de videos y 2 500 CUC enviados por Eulalia Samper, miembro de la organización terrorista radicada en Miami Fundación Nacional Cubano Americana  (FNCA), además de pulóveres blancos, blumers, creyones de labios, ajustadores, sombras de maquillaje. Vale mencionar que Berta Sóler, en un gesto altruista con sus subordinadas, regaló algunos jabones comprados con dinero de su peculio.
Como merienda, las instruidas de la SINA recibieron hot dog, Coca Cola y pasteles que fueron devorados opíparamente por las participantes.
Demás está decir que por mucho que la SINA se empeñe en superar en “cursos” a las analfabetas funcionales con que cuenta como agentes a su servicio, no conseguirán sabotear los festejos de la familia cubana este próximo domingo.
Las madres de las más de 3 mil víctimas del terrorismo del gobierno de Estados Unidos contra Cuba y de los hijos que día a día luchan por un país mejor no serán jamás mancilladas por su mercenarismo.

miércoles, 18 de abril de 2012

René González: un hombre a toda prueba


Mensaje de René González al pueblo de Cuba. Video: http://www.youtube.com/watch?v=fWPyrJ1NkQM

Mensaje a mi pueblo:

Queridos compatriotas:

De regreso al mundo del absurdo tras una muy breve visita a la patria que ha suscitado en algunos las más diversas elucubraciones -muchas de un nivel de insania que sólo los detractores de nuestra sociedad pueden ejercitar- es tiempo de saldar una deuda con nuestro pueblo a través de estas palabras. No van dirigidas a quienes esperaban criticarnos anticipando que mi estancia en Cuba se convirtiera en un acto político y ahora lo hacen porque resultó en un ejemplo de discreción; ni a los que auguraban que no regresaría y ahora se buscan las más disímiles racionalizaciones porque lo hice. Se trata del elemental deber ante un pueblo que recibió como suyo el alivio que significó este paréntesis, muchos de cuyos hijos en el mejor espíritu solidario y generoso esperaban seguir mi visita. Sólo a estos últimos las debo.

Como bien se informó la solicitud de mi viaje a Cuba tuvo un carácter humanitario en el marco de la letra y el espíritu de la figura jurídica de libertad supervisada. No se trató ni de un favor ni de una demanda política, sino de una situación prevista por las leyes y cuya solución fue tramitada en el más estricto apego a las mismas. En el mismo ánimo de respeto a la legalidad que nos ha guiado desde el principio de este proceso era imprescindible que no convirtiéramos mi estancia en la patria en algo que no se ajustara a la naturaleza de tal solicitud. En ello iba nuestra palabra y se ponía en juego el espacio moral que durante estos años hemos conquistado, los Cinco, en esta historia.

De lo anterior se desprende la poca exposición que se dio a la visita, y que puede haber parecido sorprendente para algunos. Estamos seguros de que esta explicación será comprendida por todos los que nos quieren, y que veían en mi estancia la posibilidad de algunas demostraciones públicas de regocijo y alegría. Las limitaciones que impuso la naturaleza de mi viaje hicieron esto imposible, más allá de lo que se pudo propiciar espontáneamente en algunos lugares en que mi presencia era ineludible por razones de obligado agradecimiento o pasadas vivencias; añadidas las restricciones de tiempo dadas por el encuentro con mi familia y el compartir con mi hermano enfermo; motivo directo de mi viaje.

De mis breves andares por nuestras calles y del contacto espontáneo con parte de nuestro pueblo me traigo recuerdos imborrables, que me sirven de inspiración y me dan fuerzas. De cubanos de todas las procedencias recibí en estos días un cariño fluido, sincero, respetuoso de la condición de mi visita y de la discreción que requería, expresado en todas las maneras posibles. Sé que a través de cada uno de esos compatriotas me estaba llegando el afecto de los millones que hubieran querido estar al tanto de nuestra estancia. A todos -tanto los que me privilegiaron con su contacto como los que no- les quiero expresar mi profundo agradecimiento ya sea por sus muestras de generoso respeto como por sus expresiones de solidaridad y buenos deseos para con mi hermano.

De regreso al mundo del absurdo me dispongo a seguir en esta larga batalla porque se nos haga justicia. Era imprescindible que mi conducta en Cuba fuera de extrema moderación. Era impensable que no regresara. Me traigo en el corazón las intensas vivencias de estos hermosos catorce días junto a mi pueblo, con el que algún día celebraremos el regreso de los Cinco.

Por lo pronto a todos, en nombre de mi familia y en el propio, llegue nuestro más profundo agradecimiento.

Y en nombre de los Cinco, les reitero que no les fallaremos y seremos siempre dignos de ustedes.

Un fuerte abrazo.

René González Sehwerert

viernes, 13 de abril de 2012

ONG venezolana critica el trato que recibió Ozzie Guillén

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La organización Periodistas por la Verdad emitió un comunicado en el que critica “la doble moral” y el “rancio escarnio público” al que fue sometido el mánager de los Marlins de Miami Oswaldo Guillén por la comunidad cubana en la península de la Florida y los medios de comunicación de EE UU luego de admitir su amor por Fidel Castro, actitud por la que fue presionado por todas las maneras posibles, lo que motivó las disculpas y retractaciones del mánager.

Lea el comunicado completo de Periodistas por la Verdad:

Estados Unidos, país que se autodenomina “campeón” de la libertad de expresión y de los derechos humanos, dio una terminante demostración de doble moral al someter al más rancio escarnio público a Oswaldo Guillén, manager de los Marlins de Miami, por sus declaraciones a una revista en donde manifestó su admiración por Fidel Castro.

Fue el detonante para que la inquisidora maquinaria del Imperio, enquistada en Miami, prácticamente crucificara al ex pelotero, ante la mirada complaciente de sus aliados en Venezuela, quienes aplauden cualquier idea tutelada del Norte.

Claro, al estar nuestro país en la “lista negra” de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos desde 2002 -año del fracasado golpe de Estado- va una década de constante ataque por supuestamente contar Venezuela con “Leyes restrictivas, una “grave” criminalidad, ataques a la libertad de expresión y la “fragilidad” del poder judicial que, según analiza la Corte, afectan seriamente los DDHH en Venezuela.

No es la primera vez que deportista o figura pública alguna haya reflejado en un medio de comunicación su admiración por Fidel Castro. En el pasado lo hicieron Maradona, Sean Penn y Oliver Stone, y no hubo tal reconcomio como lo que ahora le sucede a Oswaldo Guillén.

Pero en Venezuela sectores de la oposición, ante la vista gorda de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, sí idolatra a asesinos de la talla de George W. Bush, Alvaro Uribe Vélez o Posada Carrilles y no pasa nada, es decir, la libertad de expresión se respeta.

Lo que le falta, en cambio a Guillen en Estados Unidos es que lo condenen a la silla eléctrica luego del terrible juicio público, político y en mayor medida económico, transmitido vía satélite por grandes cadenas cono CNN o Espn.

“Pido perdón con todo mi corazón en mis manos, de rodillas”, dijo Guillén prácticamente obligado, humillado, sometido al escarnio público y de manera denigrante, es decir, en una muestra que la comunidad latina en Estados Unidos no tiene derecho alguno de expresarse con libertad y opinión propia sin ningún tipo de lineamientos.

La ONG “Periodistas por la Verdad” se pregunta: ¿Quién es el gran beneficiado con todo este lío?. ¿Acaso no se trata de una victoria para la censura en un país que se dice adalid de la libertad de expresión?.

Para el Imperio, no importa el ser humano si lesionas intereses económicos y políticos…

sábado, 3 de marzo de 2012

Miami tampoco cree en lágrimas


Por Edmundo García

La actriz cubana Susana Pérez en su protagónico en el popular monólogo Conversación en la casa Stein sobre el ausente Señor Von Goethe

Era algo que conocía pero no había comentado por pudor; sin embargo, la periodista Rouslyn Navia Jordán lo hizo público el pasado miércoles 29 de febrero en un artículo para el periódico matancero Girón, titulado “Susana Pérez en los Estados Unidos ¿Una historia de sueños logrados?”. La periodista se refiere a la amarga entrevista que la actriz cubana ofreció a la mal llamada emisora Radio Martí a comienzos de año. No me voy a extender sobre su contenido pues lo ha resumido de forma inmejorable. Solamente quiero recordar que Susana Pérez dice que extraña a su público cubano en la isla, su presencia en la Televisión Cubana y el teatro de buena calidad, donde no hay que decir palabrotas o desnudarse por capricho del mercado sino por exigencias del arte.

Pero Susana Pérez no es la única figura de primera línea de la cultura cubana que se ve obligada a trabajar fuera de su especialidad artística en Miami; o dentro de la misma, pero en niveles inferiores a los que merece, tanto por trayectoria como por nivel de competencia. Si es que en Miami puede hablarse siquiera de una competencia capitalista según estándares norteamericanos nacionales.

Susana Pérez declara a dicha emisora que estaba administrando una clínica de belleza. Cualquiera puede verla además fuera de horarios de programación regular recomendando cirugías e implantes para mantener un rostro hermoso y otras vanidades. Administrar y anunciar no tiene nada de malo; lo peligroso es, como le dijo Manolín a Carlos Manuel cuando este abrió una discoteca (que al final cerró casi de inmediato), que los artistas no nacieron para eso, ni vinieron al mundo, y se supone que tampoco a Miami, para que solo ocasionalmente se ocuparan de su arte.

Excepto un caso que conozco bien, el del actor Reinaldo Miravalles y su esposa, que llegaron a Miami en busca de calor familiar porque aquí reside su único hijo, el resto se quedó fuera de Cuba confiando en que alcanzarían la cima del “star sistem” de los EEUU. Esa es la verdad. Una verdad que más temprano que tarde se les convierte en una pesadilla difícil de reconocer y aceptar.

La misma Susana Pérez confiesa que en sus años en Miami ha trabajado en una sola obra que le interesó artísticamente. Se refiere a “Conversación en la casa Stein sobre el ausente señor von Goethe”, que ya había hecho en Cuba siempre a teatro lleno y que a pesar de la buena voluntad de producirla en Miami, tampoco encontró en esta ciudad un público preparado para apreciarla en su justo valor. En Miami, a pesar de las buenas intenciones, acaba imponiéndose el mal gusto y la chapucería.

Decenas de valores de la cultura cubana y otros muy conocidos en los medios de difusión, han visto minimizadas sus expectativas profesionales. Entre las figuras populares y famosas en los medios cubanos que han llegado a Miami y conocido una experiencia como la de Susana se encuentra Mirta Medina, quien tuvo que poner y trabajar un pequeño cabaret restaurante que también cerró. El gran actor Reinaldo Miravalles ha laborado como sereno o CVP en mercados de Miami y la vedette Annia Linares maneja una pequeña peluquería para perros. Cualquiera podría decir que eso no es ningún problema, que todo trabajo si es honesto es bueno. Y es verdad, pero sucede que eso solo lo dicen aquí de dientes para afuera. En Miami existe una discriminación clasista impuesta por la vieja burguesía antipatriótica cubana, que se burla en cada banquete en el Biltmore y el Big Five de los traspiés de los llegados en los últimos tiempos. No entienden, y de paso se mofan, de la música y el arte que traen los artistas formados en la isla. En el fondo creen que donde mejor deberíamos estar es cuidando perros o vigilando a los rateros en los mercados. Pueden decir otra cosa, pero eso es lo que creen y confiesan en sus grupos.

Cuando algunos de esos artistas o celebridades formadas en la Cuba revolucionaria han logrado algún trabajo en su área profesional, muchas veces ha sido denigrante. El gran actor Carlos Cruz ha tenido papeles menores en la televisión local de Miami donde se le ha visto repetir sin ganas los diálogos más ridículos, y su verdadero sustento ha sido el trabajo en un concesionario que revende autos usados. Orlando Casin, que ya apenas sale en pantalla, desempeñó personajes mal concebidos que no merecían una sola gota de su talento. Y por lo mismo han pasado otros más jóvenes que una vez triunfaron en Cuba e incluso en países de Latinoamérica y que cuando vienen a Miami se opacan o naufragan. Pienso en los actores Lily Rentería, Eduardo Antonio y hasta en el muy conocido Francisco Gattorno; los tres han sido profesionales estelares en Cuba, México, Colombia y Venezuela, mientras en Miami han hecho arte, si acaso, de forma irregular.

En enero del 2009, en la reunión de La Nación y la Emigración celebrada en el Palacio de las Convenciones de La Habana, tuve la oportunidad de decir que un artista jamás estaría completo si no cuenta por el apoyo de su pueblo y las instituciones de su país; en este caso Cuba, porque cubanos son todos los que he mencionado y otros más.

Cubano sin país que lo represente y público nacional que lo respalde es hoy, por ejemplo, el guitarrista y compositor Osvaldo Rodríguez, que después de marcar con sus canciones épocas enteras de la vida cubana ha terminado cantando sus boleros en pequeños restaurantes de Hialeah; ni siquiera los más establecidos le contratan. Como lo ha hecho también el gran arreglista y guitarrista Martin Rojas, al que ya apenas lo solicitan para las escasas inauguraciones de las galerías de la calle ocho de Miami.

Todas estas dificultades las reconoció Manolín “El médico de la salsa” en la entrevista que me concedió en diciembre del 2004. Manolín le entró en grande a Miami, pero solo fue un buen momento, el deslumbre. Después, cuando bajó la ola, se inventó varias formas de regresar con éxito a la ciudad, pero le ha sido imposible recuperar la altura perdida aquí. Lo mismo le sucedió al salsero Carlos Manuel, quien aparece en la televisión de Miami de vez en cuando y se contrata para reuniones sociales donde ofrece un producto de poco vuelo artístico para la calidad de su voz, y dudosa cuantía económica. Isaac Delgado lo ha hecho con más cuidado; se ha ido a vivir a Tampa y no ha roto los lazos con Cuba; pero lo que es en Miami, Isaac Delgado no ha podido sonar como esperaba hacerlo; como lo había hecho en la isla. Albita Rodríguez, de quien decían sería la sucesora de la legendaria Celina González, y el trovador Donato Poveda, tienen que producirse sus propios discos sin apoyo ni disquera que les represente; lo que implica no entrar en los grandes circuitos de distribución y que apenas se radie su música. Un virtuoso ex Irakere como Carlos Averhoff casi ha desaparecido de la vida artística de Miami; dicen que se ocupa en dar clases. José Ramón Urbay y Marlene Urbay trabajan dos veces al año en una pequeña camerata y apenas consiguen fondos para sostenerlo. Y el maestro Hugo Marcos nunca más, como antes, ha cantado en una ópera, dedicándose a la enseñanza.

Dos cineastas cubanos, Orlando Rojas y Sergio Giral, han sobrevivido en Miami con dificultades; filmando cortometrajes para proyectos mediocres y trabajos de publicidad, haciendo la corte a artistas y críticos principiantes, respondiendo a periodistas aficionados al arte y enrolándose en tertulias de poca monta. Una Primera Bailarina del Ballet Nacional de Cuba como Rosario Suárez, La Charín, que recorrió como estrella los principales escenarios del mundo, no ha logrado en Miami conseguir respaldo para muchos de los proyectos que ha concebido, viéndose precisada a fundar academias de baile que, como es lógico, una artista sobre calificada para esa tarea como ella no puede hacer sino de forma excelente.

Los artistas plásticos no han tenido diferente suerte. El caso más significativo es el de José Bedia. Por su talento y consistencia artística José Bedia merecía estar ya en los primeros circuitos del arte contemporáneo mundial, junto a los grandes de verdad; pero como decía, le falta tener un pueblo base por detrás de su obra y unas instituciones nacionales que le sostengan, respalden y amplifiquen. A otros antes que a Bedia les pasó lo mismo. El maestro y pintor vanguardista José María Mijares, sin que pueda decirse que murió en la pobreza, pasó momentos muy difíciles y solo en una etapa tardía salió a flote gracias al dinamismo de su última esposa. En momentos críticos, los dibujos de Mijares llegaron a venderse en Miami a precios ridículos, para poder sostenerse. El también maestro Cundo Bermúdez, cuyo voluminoso catálogo se exhibe con orgullo en salones de la ciudad, vino a disfrutar con demora de cierta comodidad económica y verdadero triunfo artístico. Ninguno de los dos pudo ver el reconocimiento nacional e internacional del que gozaron sus contemporáneos en Cuba.

Todo esto es mucho más difícil aún en el caso de un arte más complicado para comercializar como es la literatura. Pero no solo se trata de un problema de éxito económico y dinero; autores cubanos de la magnitud intelectual de Enrique Labrador Ruiz, Lidia Cabrera y Manuel Moreno Fraginals tampoco produjeron fuera de la isla lo mejor de sus obras; pudiera hasta decirse que tampoco agregaron algo fundamental a lo que habían hecho en Cuba. Como pasó con Guillermo Cabrera Infante, quien ya tenía listo Tres tristes tigres; o con el propio Reinaldo Arenas, que en Cuba escribió obras consistentes como El Mundo Alucinante y Otra vez el mar. Tampoco Heberto Padilla pudo vivir como poeta después que salió de Cuba; dio clases, impartió conferencias y escribió recuerdos; pero poeta, poeta de verdad, fue en Cuba.

No quisiera dejar de mencionar tampoco al gran coreógrafo y maestro de Danza Contemporánea Víctor Cuéllar, cuya vida acabó de forma trágica. El coreógrafo de El Pájaro Dorado y Fausto terminó en Miami montando espectáculos de poco calado para clubes de fin de semana. Sin considerar lo político, hay que recordar que el músico y trompetista Arturo Sandoval, que en una curva de la vida montó sin éxito un club restaurante en Miami Beach que tuvo que cerrar, empezó a servir música por encargo desde Los Ángeles. Ni Arturo Sandoval ni Paquito de Rivera dan ya, como en Cuba, conciertos multitudinarios ni hacen giras extensas.

A pesar de todo lo anterior soy optimista. Confío en que los que no han tenido posiciones abyectas contra Cuba y su pueblo puedan despejar el camino y lleguen a reencontrarse con su público natural y las instituciones culturales adecuadas; que con renovado esplendor se vuelvan a proyectar desde Cuba porque Miami, como Moscú, tampoco cree en lágrimas, y ellos lo saben.

Próximamente les hablaré de un tema parecido. Y es que junto a la docena de peloteros cubanos que han triunfado en las grandes ligas y que diariamente la prensa preponderante en Miami cubre y celebra, existen muchos, pero muchísimos otros peloteros cubanos que no han podido llegar y que andan trabados por ahí, por República Dominicana y otros sitios difíciles que les han hecho perder hasta las ganas de hablar de pelota. Igual que los tantos médicos cubanos que sobreviven en trabajos que nada tienen que ver con su carrera, como poner latas en un supermercado, esperando la oportunidad de un día hacerse enfermeros porque no pueden revalidar su título. Pero eso, como les dije, lo trataré en otra ocasión.