martes, 23 de febrero de 2010

"No hay mal que...

Dice un viejo refrán: "No hay mal que por bien no venga". Sentencia popular que lastimosamente pudiéramos aplicar en alguna medida, al caso de Haití. Y, ojalá esta empobrecida nación caribeña jamás hubiera ocupado los titulares de prensa por un fenómeno tan destructivo como un terremoto, sin embargo tan desolador panorama ha compulsado más, la voluntad política de los gobiernos de la región.

Unos, como Cuba y Venezuela, brindaron de manera inmediata y concreta su ayuda solidaria, sobre todo en el campo de la salud pues la contingencia de carácter humano así lo dictaba. Sin embaro, la reconstrucción de Haití, necesita más colaboración unida, centrada en objetivos específicos que vislumbren la edificación estructural y social de ese país con ricas tradiciones culturales e históricas. Por eso, el rápido actuar de unos no era suficiente donde el sismo del 12 de enero dejó más de 240 mil muertos y un millón de personas sin hogar.

La necesidad de unidad conllevó, no sólo para el caso Haití, a la realización de la Cumbre de la Unidad Latinoamericana del Grupo de Río, que dio nacimiento al la “Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños”, un nuevo organismo en el que no se integran Estados Unidos ni Canadá. Cita que, como explicaremos más adelante, tuvo sus antecedentes en Contadora.

En sus sesiones el presidente de México, Enrique Calderón anunció que además de la ayuda en equipos de rescate, asistencia médica y humanitaria, se acordó hacer llegar 25 millones de dólares al gobierno haitiano, no obstante varios gobiernos alertaron que Haití necesita refundar al país y contar con programas a largo plazo como el propuesto por la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) con el fin de desarrollar el sistema de salud.

El Presidente cubano, Raúl Castro, por su parte, ratificó la disposición de Cuba y el imperativo de trabajar juntos, con la autonomía política que debe prevalecer en las 33 naciones de la región.

Igualmente, los mandatarios aprobaron pronunciamientos en contra del bloqueo de Estados Unidos a Cuba; el conflicto de las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido; así como otro de respaldo a Ecuador, luego de que su presidente, Rafael Correa, denunció que un organismo internacional incluyó a su país en una lista de naciones que lavan dinero con fines terroristas.

El brasileño Lula criticó a la ONU porque su integración al seno de este organismo sólo responde a los intereses de los miembros del Consejo de Seguridad, y eso no abona a solucionar conflictos como el de Argentina-Reino Unido.
Dos jornadas en las que la dignidad de los pueblos americanos creció ante los ojos del mundo, aún con el dolor de siglos de explotación, saqueo, pobreza, conflictos y hasta ensañamiento de la naturaleza en países como Haití.

Antecedentes de la Cumbre de la Unidad Latinoamericana

La Cumbre de la Unidad Latinoamericana y Caribeña, tuvo su origen en 1983, cuando se creo el mecanismo de Contadora para resolver la crisis centroamericana. El actual mecanismo de concertación política de la región tuvo como países fundadores a Colombia, México, Panamá y Venezuela, en un empeño de unidad para poner fin a los conflictos armados que se sucedieron en aquellos años en El Salvador, Nicaragua y Guatemala.

Contadora, nombre de la isla panameña donde se reunió por primera vez ese cuarteto de naciones, unificó empeños para reconocer la naciente Revolución Sandinista en Nicaragua, que Washington se negó a reconocer.

Aunque el grupo finalmente no alcanzó su propósito de concretar una paz aceptable para todas las partes, creó determinadas bases para la futura integración latinoamericanista, al margen de la OEA, tutelada por Estados Unidos.

Los avances concertados en la época, conocidos como Acuerdos de Paz de Esquipulas (I y II) Guatemala, estuvieron de alguna manera -al decir de analistas en problemas del istmo centroamericano- entre sus mejores logros.

Más tarde, en 1986, ese instrumento de negociaciones sumó otros cuatro países y comenzó a denominársele Grupo de los Ocho.

Entonces extendió su radio de acción a otros problemas regionales, como fue el apoyo a Argentina en sus reclamos de soberanía sobre las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña.
Al reunirse en Brasil dos años después, adoptó la denominación de Grupo de Río, donde se amplio nuevamente para quedar conformado por 22 naciones del área.

Ya con ese alcance, el Grupo de Río dio otro paso hacia la Unión de sus fuerzas con la Comunidad del Caribe (CARICOM), a su vez integrado por 15 países miembros plenos de la subregión, así como otros cinco asociados y siete observadores.

domingo, 21 de febrero de 2010

Haití, donde la cobertura mediática ignora a médicos cubanos







Entre las numerosas naciones donantes que ayudan a Haití, Cuba y sus equipos médicos han desempeñado un papel importante en la atención de las víctimas del terremoto.Expertos en salud pública dicen que los cubanos fueron los primeros en establecer instalaciones médicas entre los escombros y en rehabilitar hospitales inmediatamente después del terremoto. Sin embargo su trabajo, esencial en el sector de la salud, ha recibido poca cobertura en los medios.

Es impresionante que no haya habido virtualmente ninguna mención en los medios del hecho de que Cuba tuvo cientos de profesionales de la salud en el terreno antes de cualquier otro país, dijo David Sanders, profesor de salud pública de Western Cape University de Suráfrica.

El coordinador del equipo cubano en Haití, doctor Carlos Alberto García, dice que los doctores, enfermeros y otro personal cubano han estado trabajando sin cesar, día y noche, con salas de operaciones abiertas 18 horas al día.

Durante una visita al hospital La Paz en la capital haitiana Puerto Príncipe, la doctora Mirta Roses, directora de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO, por sus siglas en inglés) que está a cargo de la coordinación médica entre los doctores cubanos, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y numerosas ONG del sector de la salud, describe la ayuda suministrada por los doctores cubanos como “excelente y maravillosa”.La Paz es uno de cinco hospitales en Haití que está dotado en gran parte de profesionales de la salud de La Habana.

Igualmente se empeñan en ignorar que se trabaja con el estado emocional y psíquico de los niños haitianos. Un reportaje de la corresponsal cubana en Puerto Príncipe daba cuenta hoy en la TV nacional de la labor de sicólogos para tratar de borrar los tristes días de estos infantes. Asimismo se conoció que el grupo folclórico Dessandan de Camagüey, cuyos integrantes son descendientes de haitianos, partieron a esta tierra sufrida y dañada para brindar su arte y mitigar el dolor. Seguramente estas cosas también serán ignoradas por los grandes medios, sobre todo norteamericanos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Un día en el quirófano, no de médico; de periodista.







Si algo agradezco a mi profesión de periodista es la posibilidad del conocimiento; no sólo teórico sino práctico, palpable.
En varias oportunidades, por esta misma razón, he estado en un salón de operaciones reportando algún hecho significativo del quehacer científico en la esfera de la medicina, pero nunca como en días recientes la oportunidad se multiplicó por siete horas consecutivas.
Filmábamos entonces la primera cirugía en Camagüey, de un tumor en la hipófisis mediante el método endoscópico por vía trasnasal, la cual sustituía la intervención quirúrgica tradicional (craneotomía).
Acostumbrada como en ocasiones anteriores a cirugías relativamente rápidas, no aquilaté desde un primer momento la complejidad de la misma, ni la paciencia, resistencia, y precisión de los neurocirujanos, quienes finalmente y sin tomar el más mínimo descanso, la culminaron con éxito para que hoy la joven Ariannis Carballo, de 30 años de edad disfute de su vida en el municipio de Florida.
Pero, además de la noticia en sí, aquellas siete horas en las que con manos de orfebres los neurocirujanos Denis y Misael llegaban hasta la glándula endocrina y extraían la tumoración, me permitieron merodear, más bien husmear en los 9 salones de la Unidad Quirúrgica del hospital universitario "Manuel Ascunce" de Camagüey.
La observación, sobrecogedora en ocasiones, me permite hoy recordar, por ejemplo, la atención dolorosa a un niño víctima de un accidente doméstico con fuego, una operación de tobillo, otra de próstata, la de un prolapso vaginal y hasta aquella que originó más de un comentario picante entre mi equipo de prensa y algún personal asistente de los médicos: el implante en un pene con el fin de que el hombre pudiera recobrar su virilidad. Todas, costosas cirugías que a ninguno de, para mí, anónimos pacientes le costarían un centavo. Horas en las que cirujanos, anestesiólogos, enfermeras, radiólogos, ortopédicos, urólogos...olvidaron las complejidades y preocupaciones de sus vidas para ocuparse y preocuparse por esa mujer, hombre, niño, anciana o anciano que confíaron en ellos como en nadie. Fueron los instantes -más bien horas- en que la familia mientras esperaba ponía todas las esperanzas de mejoría o salvación en casi siempre personas desconocidas, pero que saben capaces de dominar la técnica porque el saber , la ética médica y el compromiso son sus esencias.
Aquel día cuando trasmití mi noticia me quedó la insatisfacción por no contarlo todo por el apremio del tiempo televisivo, pero después no importó. Crecí como ser humano cuando desde la óptica de observadora fui el testigo del debate diario por la vida desde aquellos quirófanos.

martes, 16 de febrero de 2010

La conversación con Beatriz

Mientras esperaba solucionaran mi dolor de muela, apareció ella como un regalo. Algún familiar, quizá su abuela, me la dejaba a mi lado, encargándome, por favor, la cuidara unos minutos porque ella, la posible abuela, iría hasta el hospital del frente a sacar un turno con un doctor. !Vaya, qué tarea inesperada!
Vestía el usual uniforme de pionera cubana. Falda y pañoleta rojas, blusa blanca y un moño bien estirado hacia atrás como para que los 10 años que luego supe tenía la niña hablaran de su actitud presumida.
Primero, en aquel encuentro casi forzado, nos mantuvimos unos minutos calladas como en reconocimiento necesario. Luego las primeras preguntas; después, todas las respuestas.
En aquellos minutos, supe que se llamaba Beatriz, que según ella tenía vocación para el canto y que intentó actuar, pero a ella y a sus amiguitas algún instructor de arte las dejó embulladas.
Ante mis preguntas continuas -tal vez por aquella manía del periodismo- Beatriz sugirió que yo era maestra. Pero qué sorpresa al saberme periodista de la televisión, más bien entonces ella comenzó a parecer la reportera.
Habló de lo lindo que debía ser mi trabajo y salir por el televisor. Recordó -con parlamentos incluidos- una esceneficación que hicieron en su aula para un concurso que enseguida asemejó a un noticiero. Comparó las particularidades de mi trabajo, luego que se las expliqué, con el de su papá que es policía, y creo que sabiamente los definió a ambos como "trabajos difíciles".
Me contó cómo su mamá y ella durante los días del ciclón Ike (2008), devieron quedarse solas pues su papá estaba movilizado evacuando personas para protegerlas. Y tal vez, pensé yo, la lente de una de nuestras cámaras lo captó como uno de esos tantos héroes anónimos que en situaciones así conquistan nuestras historias...
Hablamos también - y parecería demasiado para una niña de 10 años- de cómo la vida le quita todo al final, a quienes conquistan oportunidades y ventajas a través del dinero. Sus deseos de cantar encontrarían el momento de desarrollarse y la vocación definitiva sobrevendría con los años, le dije. Le demostré, además, con mi ejemplo personal, cómo descubrí mi vocación definitiva por el periodismo, la cual no se perfiló siendo yo pequeña.
Así, en un parlotear indetenible, transcurrieron quizás 15 minutos; tiempo en el que olvidé totalmente la urgencia de mi muela, pero la llamada al sillón de la estomatóloga tronchó aquel diálogo hermoso con una niña común de mi Camagüey, de mi país.
Los minutos de conversación con Beatriz me llenaron de regocijo por saber una niñez capaz de hablar espontáneamente, de interpretar y admirar a sus padres. Una niña con criterios que te dejan el sabor agradable de la ingenuidad, la pureza y la esperanza.

viernes, 12 de febrero de 2010

Sin tregua contra el Aedes Aegypti

Cuba es ejemplo en el mundo en la lucha sin descanso contra el mosquito Aedes Aegypti, agente trasmisor del dengue, enfermedad que causa sobre todo en el área del Caribe, miles de muerte cada año. El estado cubano destina millonarios recursos para eliminar al indeseable vector en cada provincia del país. Por ello resulta inadmisible que no exista un adecuado control de los medios y que los habitantes de esta Isla no tengan conciencia del peligro. Mucho menos, esta actitud inconsecuente debiera ser propia de los camagüeyanos, cuna del eminente científico Carlos J. Finlay quien descubrió que este insecto era el trasmisor de la fiebre amarilla. Que este video sea la confirmación del llamado que no podemos desoir ni los agramontinos ni ningún cubano.





Lo que no se dijo en las noticias

Cuando hace unos días fue noticia, -tuve la oportunidad de darle la cobertura- la develación en mi querido Camaguey de la muñeca de tela más grande del mundo, llamada Leonor, experimenté lo que verdaderamente puede llamarse un suceso de pueblo.
Tal vez, ni en mi reporte ni en los de la totalidad de colegas pudo trasmitirse cuánto cautivó a los agramontinos un hecho que para muchos, estoy segura, no convocaría a tantas y tantas -miles- personas.
No sólo niños y niñas; adultos que no permitirían continuar sus vidas sin guardar en su memoria para luego contar que estuvieron allí en el corazón mismo de Camagüey (la Plaza de los Trabajadores)y vieron a una enorme muñeca de 22 metros de altura y 2 800 libras hecha sobre todo, con inmenso amor por humildes y soñadoras manos de mujeres muñequeras,y las de una niña, Violeta, que también participó.
Desde todos los puntos de la ciudad avanzaban las personas ávidas de no perderse lo que, a mi juicio, ni siquiera los organizadores, ni sus protagonistas creyeron podría entusiasmar a este pueblo, acostumbrado, sí, a movilizarse en número de miles para actos, marchas y otras actividades de carácter político.
Sin embargo, este ejemplo de la muñeca negra-gigante, demostró la sensibilidad y reconocimiento de nuestros coterráneos cuando la obra toca las fibras del corazón y alcanza las dimensiones de lo inmenso.

lunes, 8 de febrero de 2010

De la emblemática ganadería camagüeyana





Desde la época en que Cuba era colonia de España, la provincia de Camagüey se caracterizó por ser una zona donde se desarrollaba éxitosamente la ganadería. Sus extensas llanuras, forradas de verdes pastos fueron ideales para el desarrollo del ganado vacuno.
En estos tiempos, aún con carencias impuestas por el bloqueo, los ganaderos camagüeyanos se distinguen por sus resultados integrales en el país. Así, terminaron el 2009 con una producción de 110 millones de litros de leche, y ahora enfrentan una severa sequía sin renunciar a sus retos productivos.
Les dejo con estas instantáneas tomadas una recién e invernal mañana, mientras conocía con mi equipo de una cooperativa por allá por el sur agramontino... ¿Buenos ejemplares, verdad?

domingo, 7 de febrero de 2010

200 años de terremoto económico en Haití

Por Dan Beeton, analista político y coordinador de Comunicaciones Internacionales para el Centro de Investigación Económica y Política de Washington, D.C. Traducido por Jane Arnold.

El terremoto en Haití ha atraído cotas de atención, interés y solidaridad sin precedentes. La magnitud de la pérdida de vidas ha creado una fuerte reacción internacional y una investigación de los factores que explicarían por qué este terremoto fue tan devastador. 200 años de intervenciones extranjeras –económicas y militares– son el principal motivo que convierten a Haití en el país más pobre del hemisferio occidental, y a su vez la explicación de por qué el número de víctimas del terremoto del 12 de enero ha sido tan grande.
Haití nació endeudado, obligado a pagar a Francia, su anterior dueño colonial, un rescate de 90 millones de francos para empezar a recibir reconocimiento internacional para su independencia. La deuda fue para “compensar” a Francia la pérdida de sus esclavos, los nuevos ciudadanos de la primera república libre en el hemisferio occidental y la primera república negra en el mundo. Haití comenzó a pagar en 1825 y no terminó de saldar esta deuda hasta 1947.
Con el comienzo del reino del “presidente vitalicio”, François Duvalier en 1957 y luego con su hijo, Jean Claude, Haití emprendió un nuevo camino de endeudamiento. La nueva deuda también fue odiosa porque fue creada por una dictadura brutal que usó los fondos para pagar los nefastos escuadrones de la muerte Ton Ton Macoute y de sufragar carísimos lujos personales.
Pero esto es sólo el comienzo de la historia completa de cómo Haití llegó a ser el país más pobre del hemisferio occidental. El Gobierno de Estados Unidos tuvo un papel fundamental. En 1910, EE UU saqueó el tesoro nacional de Haití en beneficio de los bancos estadounidenses. Desde 1915 a 1935 las fuerzas militares de EE UU ocuparon y controlaron a Haití, implementando una nueva Constitución que permitía, por primera vez desde la independencia, que los extranjeros puedan ser propietarios de tierra haitiana.

La guerra del cerdo

En 1978, durante la dictadura de Jean Claude Duvalier, EE UU asestó otro duro golpe a la economía haitiana. Cuando se desató un brote de gripe porcina en los cerdos de la República Dominicana y se descubrieron unos pocos cerdos infectados en Haití, EE UU presionó para la erradicación total de los 1,3 millones de cerdos criollos haitianos. Las compañías norteamericanas se beneficiaron de esta situación cuando vendieron los cerdos para remplazar a los eliminados. Los nuevos eran cerdos gordos, pero ‘frágiles’: al contrario que sus fuertes primos criollos, estos necesitaban cobertizos y una dieta especial, mientras los cerdos criollos nativos comían basura. La masacre de cerdos fue económicamente devastadora para las familias haitianas, cuyos cerdos eran una forma de inversión. Requerían poco cuidado, pero luego podían venderse para financiar, por ejemplo, uniformes y libros escolares.
La erradicación del cerdo criollo fue sólo uno de los ataques al sector agrícola de Haití en los años ‘80 y ‘90 del siglo pasado. Tras la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de otras instituciones, Haití redujo drásticamente las tarifas para la importación de arroz. El país antillano, autosuficiente en la producción de arroz hasta los años ‘80, pronto se encontró inundado con arroz barato de EE UU. Esto produjo una migración interna masiva: los campesinos, incapaces de ganarse la vida con la agricultura, se fueron a Puerto Príncipe a buscar empleo en fábricas textiles, donde recibían 14 céntimos de dólar por hora en 1993. Una consecuencia de esta migración rural a la ciudad es la creación de chabolas en las colinas alrededor de la capital, tan vulnerables al terremoto.
Otra condición del FMI fue la privatización de compañías del Estado, incluyendo bancos, molinos de harina, la empresa que fabricaba el cemento y la compañía estatal de teléfono (Teleco). El rechazo del pueblo a este plan sorprendió a los prestamistas de Washington. La oposición a la privatización llegó a ser un importante campo de batalla, colocando a los presidentes Jean Bertrand Aristide y luego René Preval entre las exigencias aparentemente irreconciliables de los sindicatos y movimientos sociales por un lado, y el FMI y el Banco Mundial por otro.
La presión ejercida sobre el Gobierno haitiano, elegido democráticamente, para que adoptara las políticas del Consenso de Washington fue liderada por Estados Unidos, cuyas acciones provocaron que Aristide fuera derrocado dos veces, en 1991 y 2004. Para poder volver a la presidencia desde su exilio, tras el primer golpe, Aristide tuvo que aceptar las recetas políticas del FMI. La batalla por las privatizaciones continúa hasta hoy: el mismo día del terremoto, estaba prevista la posible venta de Teleco a la empresa vietnamita Viettel.

Congelación de la ayuda

La segunda presidencia de Aristide, iniciada en 2001, se desarrolló en medio de una nueva batalla con Washington en la cual EE UU utilizó a los bancos de desarrollo multilateral como apoderados. El Gobierno de Bush impuso un embargo de ayuda a Haití, usando como excusa las supuestas irregularidades en la elección de varios senadores (a pesar de que observadores de la Organización de Estados Americanos afirmaba que las elecciones habían sido limpias). El Departamento del Tesoro de los EE UU mandó al BID a retener préstamos para agua potable, salud, y educación, a la vez que el BID insistía para que el Gobierno de Aristide pagara los intereses de los préstamos retenidos. Mientras la Administración de Bush minaba el Gobierno, el Instituto Republicano Internacional (brazo internacional del Partido Republicano) ayudaba a desestabilizar a Aristide en contacto con las coaliciones de las élites haitianas Convergencia Democrática y el Grupo 184 [que agrupaba a 184 asociaciones del sector privado], todos ellos en contacto íntimo con la banda de golpistas, narcos y matones que empezaron a atacar ciudades y comisarías de policía en el norte de Haití. Cuando los supuestos golpistas anunciaron la inminencia de una escalada en el enfrentamiento, la intervención no se hizo esperar. Aristide se negó a marcharse y los marines estadounidenses fueron los encargados de llevarlo en avión a la República Centroafricana por la fuerza.
Después de la expulsión de Aristide, una dictadura anticonstitucional fue impuesta bajo el control del tecnócrata Gerard Latortue. Al contrario que con Aristide, el Banco Mundial y otras instituciones norteamericanas no tendrían problemas con Latortue. Después de la imposición del nuevo régimen, Caroline Anstey, la entonces directora regional para el Caribe del Banco Mundial, observó que “el Gobierno provisional está compuesto por tecnócratas que han acordado no presentarse en las próximas elecciones para presidente. Como resultado, son mucho más libres a aceptar una agenda de reformas”.

200 años de terremoto económico en Haití

Por Dan Beeton, analista político y coordinador de Comunicaciones Internacionales para el Centro de Investigación Económica y Política de Washington, D.C. Traducido por Jane Arnold.
El terremoto en Haití ha atraído cotas de atención, interés y solidaridad sin precedentes. La magnitud de la pérdida de vidas ha creado una fuerte reacción internacional y una investigación de los factores que explicarían por qué este terremoto fue tan devastador. 200 años de intervenciones extranjeras –económicas y militares– son el principal motivo que convierten a Haití en el país más pobre del hemisferio occidental, y a su vez la explicación de por qué el número de víctimas del terremoto del 12 de enero ha sido tan grande.
Haití nació endeudado, obligado a pagar a Francia, su anterior dueño colonial, un rescate de 90 millones de francos para empezar a recibir reconocimiento internacional para su independencia. La deuda fue para “compensar” a Francia la pérdida de sus esclavos, los nuevos ciudadanos de la primera república libre en el hemisferio occidental y la primera república negra en el mundo. Haití comenzó a pagar en 1825 y no terminó de saldar esta deuda hasta 1947.
Con el comienzo del reino del “presidente vitalicio”, François Duvalier en 1957 y luego con su hijo, Jean Claude, Haití emprendió un nuevo camino de endeudamiento. La nueva deuda también fue odiosa porque fue creada por una dictadura brutal que usó los fondos para pagar los nefastos escuadrones de la muerte Ton Ton Macoute y de sufragar carísimos lujos personales.
Pero esto es sólo el comienzo de la historia completa de cómo Haití llegó a ser el país más pobre del hemisferio occidental. El Gobierno de Estados Unidos tuvo un papel fundamental. En 1910, EE UU saqueó el tesoro nacional de Haití en beneficio de los bancos estadounidenses. Desde 1915 a 1935 las fuerzas militares de EE UU ocuparon y controlaron a Haití, implementando una nueva Constitución que permitía, por primera vez desde la independencia, que los extranjeros puedan ser propietarios de tierra haitiana.

La guerra del cerdo

En 1978, durante la dictadura de Jean Claude Duvalier, EE UU asestó otro duro golpe a la economía haitiana. Cuando se desató un brote de gripe porcina en los cerdos de la República Dominicana y se descubrieron unos pocos cerdos infectados en Haití, EE UU presionó para la erradicación total de los 1,3 millones de cerdos criollos haitianos. Las compañías norteamericanas se beneficiaron de esta situación cuando vendieron los cerdos para remplazar a los eliminados. Los nuevos eran cerdos gordos, pero ‘frágiles’: al contrario que sus fuertes primos criollos, estos necesitaban cobertizos y una dieta especial, mientras los cerdos criollos nativos comían basura. La masacre de cerdos fue económicamente devastadora para las familias haitianas, cuyos cerdos eran una forma de inversión. Requerían poco cuidado, pero luego podían venderse para financiar, por ejemplo, uniformes y libros escolares.
La erradicación del cerdo criollo fue sólo uno de los ataques al sector agrícola de Haití en los años ‘80 y ‘90 del siglo pasado. Tras la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de otras instituciones, Haití redujo drásticamente las tarifas para la importación de arroz. El país antillano, autosuficiente en la producción de arroz hasta los años ‘80, pronto se encontró inundado con arroz barato de EE UU. Esto produjo una migración interna masiva: los campesinos, incapaces de ganarse la vida con la agricultura, se fueron a Puerto Príncipe a buscar empleo en fábricas textiles, donde recibían 14 céntimos de dólar por hora en 1993. Una consecuencia de esta migración rural a la ciudad es la creación de chabolas en las colinas alrededor de la capital, tan vulnerables al terremoto.
Otra condición del FMI fue la privatización de compañías del Estado, incluyendo bancos, molinos de harina, la empresa que fabricaba el cemento y la compañía estatal de teléfono (Teleco). El rechazo del pueblo a este plan sorprendió a los prestamistas de Washington. La oposición a la privatización llegó a ser un importante campo de batalla, colocando a los presidentes Jean Bertrand Aristide y luego René Preval entre las exigencias aparentemente irreconciliables de los sindicatos y movimientos sociales por un lado, y el FMI y el Banco Mundial por otro.
La presión ejercida sobre el Gobierno haitiano, elegido democráticamente, para que adoptara las políticas del Consenso de Washington fue liderada por Estados Unidos, cuyas acciones provocaron que Aristide fuera derrocado dos veces, en 1991 y 2004. Para poder volver a la presidencia desde su exilio, tras el primer golpe, Aristide tuvo que aceptar las recetas políticas del FMI. La batalla por las privatizaciones continúa hasta hoy: el mismo día del terremoto, estaba prevista la posible venta de Teleco a la empresa vietnamita Viettel.

Congelación de la ayuda

La segunda presidencia de Aristide, iniciada en 2001, se desarrolló en medio de una nueva batalla con Washington en la cual EE UU utilizó a los bancos de desarrollo multilateral como apoderados. El Gobierno de Bush impuso un embargo de ayuda a Haití, usando como excusa las supuestas irregularidades en la elección de varios senadores (a pesar de que observadores de la Organización de Estados Americanos afirmaba que las elecciones habían sido limpias). El Departamento del Tesoro de los EE UU mandó al BID a retener préstamos para agua potable, salud, y educación, a la vez que el BID insistía para que el Gobierno de Aristide pagara los intereses de los préstamos retenidos. Mientras la Administración de Bush minaba el Gobierno, el Instituto Republicano Internacional (brazo internacional del Partido Republicano) ayudaba a desestabilizar a Aristide en contacto con las coaliciones de las élites haitianas Convergencia Democrática y el Grupo 184 [que agrupaba a 184 asociaciones del sector privado], todos ellos en contacto íntimo con la banda de golpistas, narcos y matones que empezaron a atacar ciudades y comisarías de policía en el norte de Haití. Cuando los supuestos golpistas anunciaron la inminencia de una escalada en el enfrentamiento, la intervención no se hizo esperar. Aristide se negó a marcharse y los marines estadounidenses fueron los encargados de llevarlo en avión a la República Centroafricana por la fuerza.
Después de la expulsión de Aristide, una dictadura anticonstitucional fue impuesta bajo el control del tecnócrata Gerard Latortue. Al contrario que con Aristide, el Banco Mundial y otras instituciones norteamericanas no tendrían problemas con Latortue. Después de la imposición del nuevo régimen, Caroline Anstey, la entonces directora regional para el Caribe del Banco Mundial, observó que “el Gobierno provisional está compuesto por tecnócratas que han acordado no presentarse en las próximas elecciones para presidente. Como resultado, son mucho más libres a aceptar una agenda de reformas”.