Por José Gilberto Valdés
"Bajan del bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal. Ideas
diversas y revueltas en el bote. Más chubascos. El timón se pierde. Fijamos
rumbo. Llevo el remo de proa. Salas rema seguido. Paquito Borrero y el General
ayudan de popa. Nos ceñimos los revólveres. La luna asoma, roja, bajo una nube.
Arribamos a una playa de piedras, la playita al pie del Cajobabo, me quedo en
el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande."
Así
describe José Martí el desembarco en la costa oriental de Cuba para el reinicio
de la lucha independentista, el 11 de abril de 1895. Junto a él Máximo Gómez,
dominicano y destacado jefe militar y estratega en la Guerra de los Diez Años
(1868-1878) y otros patriotas. Para el momento en que ponen pie en tierra, toda
la isla vibra desde el 24 de febrero por la nueva clarinada en la contienda
contra el colonialismo español.
Por
la descripción de los historiadores y testigos presenciales es posible imaginarse
el curso de los acontecimientos en ese punto geográfico de difícil acceso, con
una forma de “U” de unos cincuenta metros de profundidad hasta un alto
farallón.
En
la noche, el silencio es roto por las olas del mar. Allí está un hombre de
frente amplia y pelo desgreñado, con “pantalón y chamarreta azul,
sombrero negro y alpargata”. ¿Pudo haber pensado en el
tortuoso camino transitado para difundir la idea de la guerra necesaria?
¡Cuánto
ardiente verbo y certera pluma, sin descanso, para convencer a los viejos
mambises y a los pinos nuevos en la intención de juntar voluntades y recursos
por una Patria libre!
No se
amilanó su espíritu emprendedor ante los contratiempos del Plan Fernandina,
donde se incautaron los recursos previstos para una guerra de corta duración. Mantuvo
su corazón fuerte incluso en las peripecias
del último viaje a la isla, interrumpido por la deserción de los tripulantes
del primer barco y el encuentro con gente de mar simpatizante que colaboró en la
sigilosa marcha a Cuba.
Muchos afirman
que el Delegado del Partido Revolucionario Cubano se sentía satisfecho y útil,
tras los momentos conspirativos vividos junto a Gómez en la dominicana
localidad de Montecristi, donde en el mes de marzo redactaron el programa de
acción política y militar que denominan Manifiesto a Cuba del Partido
Revolucionario.
Después
del desembarco, instalaron varios campamentos hasta que el 15 de abril, en la
manigua redentora, Martí fue ascendido a
Mayor General del Ejército Libertador -- más por sus méritos y sacrificios que
por experiencia militar--, por decisión de Máximo Gómez En ese lugar recibió la primera bandera
cubana, bordada por Juana Pérez, esposa del General Pedro Agustín Pérez y el
General José Maceo le entregó el caballo "Baconao", en el cual cabalgó
hasta su caída en Dos Ríos, el fatídico 19 de mayo.
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