martes, 29 de abril de 2014

El Primero de Mayo, los camagüeyanos y Camilo



Llega el  Día Internacional de los Trabajadores y con él para los camagüeyanos, como para los cubanos todos, una jornada de fiesta. Aunque se repasan  los aciertos productivos y se reconoce cuánto queda por  hacer, la clase obrera de la Isla sabe de la certeza de sus conquistas, del disfrute de la oportunidad de un empleo,  del respeto a sus derechos laborales y a ser escuchados desde la fábrica hasta el Parlamento. Por eso las imágenes un 1ro de Mayo  desde cualquier rincón del país caribeño sorprenden a un  mundo donde las protestas obreras colman noticias y desmoralizan sistemas.
 En Cuba el panorama cambió a partir del triunfo de la Revolución. Comenzaba una época muy diferente a la de 1890 cuando se celebró por primera vez el día proletario, en medio de, prácticamente, el estado de sitio decretado por las autoridades coloniales españolas. Entonces la marcha fue desde Campo Marte (hoy parque de la Fraternidad) hasta las esquinas de Virtudes y Consulado. Participaron alrededor de tres mil trabajadores y dieron cumplimiento al acuerdo del congreso de la Internacional, efectuado en París el año anterior. Luego,  el primer desfile tuvo lugar  en la República en 1925. Asistieron unas 40 mil personas.
Posteriormente,  y  hasta el triunfo revolucionario en 1959, la clase obrera demostraba su pujanza a contrapelo de los abusos de los gobiernos pro yanquis; sedimentando así una conciencia de clase,  cuyo apoyo a los movimientos sociales fue incomparable.
A nadie beneficiaron más las medidas de la Revolución naciente que a los trabajadores y al campesinado. Se visibilizaba un sector mayoritario y desposeído hasta entonces. Se le retribuían sus esfuerzos y crecían las oportunidades de superación individual y familiar. El proletariado cubano comenzaba a tener razones para festejar.
 
Y en este primer respaldo de los obreros a su gobierno rebelde “de los humildes, por los humildes y para los humildes”, al decir de Fidel, si los capitalinos no pudieron  contar en la entonces Plaza Cívica (hoy Plaza de la Revolución) con Fidel,  quien asistía a la Conferencia de los 21 en Argentina, -aunque  sí con el Comandante Raúl Castro-, los camagüeyanos aun recuerdan con la misma emoción la presencia en tierras agramontinas del Comandante Camilo Cienfuegos.
En  el Casino Campestre de la ciudad de Camagüey, el Señor de la Vanguardia y uno de los líderes rebeldes más populares,  fue ovacionado por los camagüeyanos, tras un discurso cuya convocatoria está vigente: “Tenemos que emplear todo el tiempo en unirnos, en apoyar la Revolución, en apoyar las medidas revolucionarias que a diaria está dictando nuestro Gobierno…” 
Incluso Camilo se refirió a que había visto cartelones en que los obreros pedían armas y deseaban organizarse para recibir instrucción militar y acerca de ello, expresó: “Los obreros quieren instrucción militar y nosotros les daremos a esos obreros instrucción militar, se la vamos a dar porque el pueblo y los trabajadores son iguales que los soldados de este Ejército; porque todos estamos para defender la causa común.”
Finalmente, Camilo exclamaba para terminar su intervención de aquella oportunidad: “[…] este Camagüey que está marchando a la vanguardia de las provincias revolucionarias”, y de inmediato sentencia: “Hermanos camagüeyanos, ¡van muy bien!”.
Transcurridos 55 años de aquel momento histórico,  cuando desfilemos por el Día Internacional de los Trabajadores, honraremos al Comandante Camilo Cienfuegos

, convencidos y dispuestos a preservar todo por lo que entregó su vida.

viernes, 25 de abril de 2014

El bloqueo desde la óptica del Gabo

He tomado de Cubadebate este excelente artículo del Gabo que más que un trabajo periodístico pudiera servir de clase de historia sobre un hecho del que se habla todos los días en Cuba pero aun a la vuelta de tantos años resulta para muchos cubanos una palabra vacía cuando para nada lo es: el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba. !Cómo  me gustaría que tantos jóvenes lo leyeran!

¿Cómo se asfixia a un pueblo sin tirar un cañonazo? 
Por: Gabriel García Márquez


En momentos de relectura de su obra ante la partida, encontramos este texto de Gabriel García Márquez, publicado en 1978 en la revista Proceso. En él, con la maestría acostumbrada, el Gabo recrea sus impresiones de los primeros años del bloqueo de Estados Unidos en Cuba. CubaDebate lo comparte, en su honor y por la óptica con que aborda el tema.
Aquella noche, la primera del bloqueo, había en Cuba unos 482,560 automóviles, 343,300 refrigeradores, 549,700 receptores de radio, 303,500 televisores, 352,900 planchas eléctricas, 286,400 ventiladores, 41,800 lavadoras automáticas, 3,500,000 relojes de pulsera, 63 locomotoras y 12 barcos mercantes. Todo eso, salvo los relojes de pulso, que eran suizos, había sido hecho en los Estados Unidos.

Al parecer, había de pasar un cierto tiempo antes de que la mayoría de los cubanos se dieran cuenta de lo que significaban en su vida aquellos números mortales. Desde el punto de vista de la producción, Cuba se encontró de pronto con que no era un país distinto sino una península comercial de los Estados Unidos. Además de que la industria del azúcar y el tabaco dependían por completo de los consorcios yanquis, todo lo que se consumía en la isla era fabricado por los Estados Unidos, ya fuera en su propio territorio o en el territorio mismo de Cuba.

La Habana y dos o tres ciudades más del interior daban la impresión de la felicidad de la abundancia, pero en realidad no había nada que no fuera ajeno, desde los cepillos de dientes hasta los hoteles de 20 pisos de vidrio del Malecón. Cuba importaba de los Estados Unidos casi 30 mil artículos útiles e inútiles para la vida cotidiana. Inclusive los mejores clientes de aquel mercado de ilusiones eran los mismos turistas que llegaban en el Ferry boat de West Palm Beach y por el Sea Train de Nueva Orléans, pues también ellos preferían comprar sin impuestos los artículos importados de su propia tierra. Las papayas criollas, que fueron descubiertas en Cuba por Cristóbal Colón desde su primer viaje, se vendían en las tiendas refrigeradas con la etiqueta amarilla de los cultivadores de las Bahamas. Los huevos artificiales que las amas de casa despreciaban por su yema lánguida y su sabor de farmacia tenían impreso en la cáscara el sello de fábrica de los granjeros de Carolina del Norte, pero algunos bodegueros avispados los lavaban con disolvente y los embadurnaban de caca de gallina para venderlos más caros como si fueran criollos. No había un sector del consumo que no fuera dependiente de los Estados Unidos. Las pocas fábricas de artículos fáciles que habían sido instaladas en Cuba para servirse de la mano de obra barata estaban amontonadas con maquinaria de segunda mano que ya había pasado de moda en su país de origen. Los técnicos mejor calificados eran norteamericanos, y la mayoría de los escasos técnicos cubanos cedieron a las ofertas luminosas de sus patrones extranjeros y se fueron con ellos para los Estados Unidos. Tampoco había depósitos de repuestos, pues la industria ilusoria de Cuba reposaba sobre la base de que sus repuestos estaban sólo a 90 millas, y bastaba con una llamada telefónica para que la pieza más difícil llegara en el próximo avión sin gravámenes ni demoras de aduana.

A pesar de semejante estado de dependencia, los habitantes de las ciudades continuaban gastando sin medida cuando ya el bloqueo era una realidad brutal. Inclusive muchos cubanos que estaban dispuestos a morir por la Revolución, y algunos sin duda que de veras murieron por ella, seguían consumiendo con un alborozo infantil. Más aún: las pioneras medidas de la Revolución habían aumentado de inmediato el poder de compra de las clases más pobres, y estas no tenían entonces otra noción de felicidad que el placer simple de consumir. Muchos sueños aplazados durante media vida y aun durante vidas enteras se realizaban de pronto. Sólo que las cosas que se agotaban en el mercado no eran repuestas de inmediato, y algunas no serían repuestas en muchos años, de modo que los almacenes deslumbrantes del mes anterior se quedaban sin remedio en los puros huesos.

Cuba fue por aquellos años iniciales el reino de la improvisación y el desorden. A falta de una nueva moral –que aún habrá de tardar mucho tiempo para formarse en la conciencia de la población– el machismo Caribe había encontrado una razón de ser en aquel estado general de emergencia.

El sentimiento nacional estaba tan alborotado con aquel ventarrón incontenible de novedad y autonomía, y al mismo tiempo las amenazas de la reacción herida eran tan verdaderas e inminentes, que mucha gente confundía una cosa con la otra y parecía pensar que hasta la escasez de leche podía resolverse a tiros. La impresión de pachanga fenomenal que suscitaba la Cuba de aquella época entre los visitantes extranjeros, tenía un fundamento verídico en la realidad y en el espíritu de los cubanos, pero era una embriaguez inocente al borde del desastre.

En efecto, yo había regresado a La Habana por segunda vez a principios de 1961, en mi condición de corresponsal errátil de Prensa Latina, y lo primero que me llamó la atención fue que el aspecto visible del país había cambiado muy poco, pero que en cambio la tensión social empezaba a ser insostenible. Había volado desde Santiago hasta La Habana en una espléndida tarde de marzo, observando por la ventanilla los campos milagrosos de aquella patria sin ríos, las aldeas polvorientas, las ensenadas ocultas, y a todo lo largo del trayecto había percibido señales de guerra. Grandes cruces rojas dentro de círculos blancos habían sido pintadas en los techos de los hospitales para ponerlos a salvo de bombardeos previsibles. También en las escuelas, los templos y los asilos de ancianos se habían puesto señales similares. En los aeropuertos civiles de Santiago y Camagüey había cañones antiaéreos de la Segunda Guerra Mundial disimulados con lonas de camiones de carga, y las costas estaban patrulladas por lanchas rápidas que habían sido de recreo y entonces estaban destinadas a impedir desembarcos. Por todas partes se veían estragos de sabotajes recientes: cañaverales calcinados con bombas incendiarias por aviones mandados desde Miami, ruinas de fábricas dinamitadas por la resistencia interna, campamentos militares improvisados en zonas difíciles donde empezaban a operar con armamentos modernos y excelentes recursos logísticos los primeros grupos hostiles de la revolución. En el aeropuerto de La Habana donde era evidente que se hacían esfuerzos para que no se notara el ambiente de guerra, había un letrero gigantesco de un extremo a otro de la cornisa principal: “Cuba, territorio libre de América”. En lugar de los soldados barbudos de antes, la vigilancia estaba a cargo de milicianos muy jóvenes con uniforme verde olivo, entre ellos algunas mujeres, y sus armas eran todavía las de los viejos arsenales de la dictadura. Hasta entonces no había otras. El primer armamento moderno que logró comprar la Revolución a pesar de las presiones contrarias de los Estados Unidos había llegado de Bélgica el 4 de marzo anterior, a bordo del barco francés Le Coubre, y este voló en el muelle de La Habana con 700 toneladas de armas y municiones en las bodegas por causa de una explosión provocada. El atentado produjo además 75 muertos y 200 heridos entre los obreros del puerto pero no fue reivindicado por nadie, y el gobierno cubano lo atribuyo a la CIA. Fue en el entierro de las víctimas cuando Fidel Castro proclamó la consigna que habría de convertirse en la divisa máxima de la nueva Cuba: “Patria o Muerte”. Yo la había visto por primera vez en las calles de Santiago, la había visto pintada a brocha gorda sobre los enormes carteles de propaganda de empresas de aviación y pastas dentífricas norteamericanas en la carretera polvorienta del aeropuerto de Camagüey, y la volví a encontrar repetida sin tregua en cartoncitos improvisados en las vitrinas de las tiendas para turistas del aeropuerto de La Habana, en las antesalas y los mostradores, y pintada con albayalde en los espejos de la peluquería y con carmín de labios en los cristales de los taxis. Se había conseguido tal grado de saturación social, que no había ni un lugar ni un instante en que no estuviera escrita aquella consigna de rabia, desde las pailas de los trapiches hasta el calce de los documentos oficiales, y la prensa, la radio, y la televisión la repitieron sin piedad durante días enteros y meses interminables, hasta que se incorporó a la propia esencia de la vida cubana.

En La Habana, la fiesta estaba en su apogeo. Había mujeres espléndidas que cantaban en los balcones, pájaros luminosos en el mar, música por todas partes, pero en el fondo del júbilo se sentía el conflicto creador de un modo de vivir ya condenado para siempre, que pugnaba por prevalecer contra otro modo de vivir distinto, todavía ingenuo, pero inspirado y demoledor. La ciudad seguía siendo un santuario de placer, con máquinas de lotería hasta en las farmacias y automóviles de aluminio demasiado grandes para las esquinas coloniales, pero el aspecto y la conducta de la gente estaba cambiando de un modo brutal. Todos los sedimentos del subsuelo social habían salido a flote, y una erupción de lava humana, densa y humeante, se esparcía sin control por los vericuetos de la ciudad liberada, y contaminaba de un vértigo multitudinario hasta sus últimos resquicios. Lo más notable era la naturalidad con que los pobres se habían sentado en la silla de los ricos en los lugares públicos. Habían invadido los vestíbulos de los hoteles de lujo, comían con los dedos en las terrazas de las cafeterías del Vedado, y se cocinaban al sol en las piscinas de aguas de colores luminosos de los antiguos clubes exclusivos de Siboney.

El cancerbero rubio del hotel Habana Hilton, que empezaba a llamarse Habana Libre, había sido reemplazado por milicianos serviciales que se pasaban el día convenciendo a los campesinos de que podían entrar sin temor, enseñándoles que había una puerta de ingreso y otra de salida, y que no se corría ningún riesgo de tisis aunque se entrara sudando en el vestíbulo refrigerado. Un chévere legítimo del Luyanó, retinto, y esbelto, con una camisa de mariposas pintadas y zapatos de charol con tacones de bailarín andaluz, había tratado de entrar al revés por la puerta de vidrios giratorios del hotel Riviera, justo cuando trataba de salir la esposa suculenta y emperifollada de un diplomático europeo. En una ráfaga de pánico instantáneo, el marido que la seguía trató de forzar la puerta en un sentido mientras los milicianos azorados trataban de forzarla desde el exterior en sentido contrario. La blanca y el negro se quedaron atrapados por una fracción de segundo en la trampa de cristal, comprimidos en el espacio previsto para una sola persona, hasta que la puerta volvió a girar, y la mujer corrió confundida y ruborizada, sin esperar siquiera al marido, y se metió en la limusina que la esperaba con la puerta abierta y que arrancó al instante. El negro, sin saber muy bien lo que había pasado, se quedó abochornado y trémulo.

-¡Coño! –Suspiró– ¡Olía a flores!

Eran tropiezos frecuentes. Y comprensibles, porque el poder de compra de la población urbana y rural había aumentado de un modo considerable en un año. Las tarifas de la electricidad, del teléfono, del transporte y de los servicios públicos en general, habían sufrido reducciones drásticas, y se organizaban excursiones especiales del campo a la ciudad y de la ciudad al campo que en muchos casos eran gratuitos. Por otra parte, el desempleo se estaba reduciendo a grandes pasos, los sueldos subían, y la Reforma Urbana había aliviado la angustia mensual de los alquileres, y la educación y los útiles escolares no costaban nada. Las 20 leguas de harina de marfil de las playas de Varadero, que antes tenían un solo dueño y cuyo disfrute estaba reservado a los ricos demasiado ricos, fueron abiertas sin condiciones para todo el mundo, inclusive para los mismos ricos. Los cubanos, como la gente del Caribe en general, habían creído desde siempre que el dinero sólo servía para gastárselo, y por primera vez en la historia de su país lo estaban comprobando en la práctica.

Creo que muy pocos éramos conscientes de la manera sigilosa pero irreparable en que la escasez se nos iba metiendo en la vida.

Aún después del desembarco en Playa Girón los casinos continuaban abiertos, y algunas putitas sin turistas rondaban por los contornos en espera de que un afortunado casual de la ruleta les salvara la noche. Era evidente que a medida que las condiciones cambiaban, aquellas golondrinas solitarias se iban volviendo lúgubres y cada vez más baratas. Pero de todos modos las noches de La Habana y de Guantánamo seguían siendo largas e insomnes, y la música de las fiestas de alquiler se prolongaba hasta el alba. Esos rezagos de la vida vieja mantenían una ilusión de normalidad y abundancia que ni las explosiones nocturnas, ni los rumores constantes de agresiones infames, ni la inminencia real de la guerra conseguían extinguir, pero que desde hacía mucho tiempo habían dejado de ser verdad. A veces no había carne en los restaurantes después de la media noche, pero no nos importaba, porque tal vez había pollo.

A veces no había plátano, pero no nos importaba porque tal vez había boniato. Los músicos de los clubes vecinos y los chulos impávidos que esperaban las cosechas de la noche frente a un vaso de cerveza, parecían tan distraídos como nosotros ante la erosión incontenible de la vida cotidiana.

En el centro comercial habían aparecido las primeras colas y un mercado negro incipiente pero muy activo empezaba a controlar los artículos.

Yo tomé conciencia del bloqueo de una manera brutal, pero a la vez un poco lírica, como había tomado conciencia de casi todo en la vida. Después de una noche de trabajo en la oficina de Prensa Latina me fui solo y medio entorpecido en busca de algo para comer. Estaba amaneciendo. El mar tenía un humor tranquilo y una brecha anaranjada lo separaba del cielo en el horizonte. Caminé por el centro de la avenida desierta, contra el viento de salitre del malecón, buscando algún lugar abierto para comer bajo las arcadas de piedras carcomidas y rezumantes de la ciudad vieja. Por fin encontré una fonda con la cortina metálica cerrada pero sin candado, y traté de levantarla para entrar, porque dentro había luz y un hombre estaba lustrando los vasos en el mostrador. Apenas lo había intentado cuando sentí a mis espaldas el ruido inconfundible de un fusil al ser montado, y una voz de mujer muy dulce pero resuelta.

–Quieto compañero –dijo– Levanta las manos. Era una aparición en la bruma del amanecer. Tenía un semblante muy bello, con el pelo amarrado en la nuca como una cola de caballo, y la camisa de miliciana ensopada por el viento del mar. Estaba asustada sin duda, pero tenía los tacones separados y bien establecidos en la tierra, y agarraba el fusil como un soldado.

–Tengo hambre –dije.

Tal vez lo dije con demasiada convicción, porque sólo entonces comprendió que yo no había tratado de entrar a la fonda a la fuerza, y su desconfianza se convirtió en lástima.

–Es muy tarde –dijo.

–Al contrario –le repliqué–: el problema es que es demasiado temprano. Lo que quiero es desayunar.

Entonces hizo señas hacia adentro por el cristal, y convenció al hombre de que me sirviera algo aunque faltaban dos horas para abrir. Pedí huevos fritos con jamón, café con leche y pan con mantequilla, y un jugo fresco de cualquier fruta. El hombre me dijo con una precisión sospechosa que no había huevos ni jamón desde hacía una semana ni leche desde hacía tres días, y que lo único que podía servirme era una taza de café negro y pan sin mantequilla, y si acaso un poco de macarrones recalentados de la noche anterior. Sorprendido le pregunté qué estaba pasando con las cosas de comer, y mi sorpresa era tan inocente que entonces fue él quien se sintió sorprendido.

–No pasa nada –me dijo–. Nada más que a este país se lo llevó el carajo.

No era enemigo de la Revolución como lo imaginé al principio. Al contrario era el último de una familia de 11 personas que se habían fugado en bloque para Miami. Había decidido quedarse, y en efecto se quedó para siempre, pero su oficio le permitía descifrar el porvenir con elementos más reales que los de un periodista trasnochado. Pensaba que antes de tres meses tendría que cerrar la fonda por falta de comida, pero no le importaba mucho porque ya tenía planes muy bien definidos para su futuro personal.

Fue un pronóstico certero. El 12 de marzo de 1962, cuando ya habían transcurrido 322 días desde el principio del bloqueo, se impuso el razonamiento drástico de las cosas de comer. Se asignó a cada adulto una ración mensual de tres libras de carne, una de pollo, seis de arroz, dos de manteca, una y media de frijoles, cuatro onzas de mantequilla y cinco huevos. Era una ración calculada para que cada cubano consumiera una cuota normal de calorías diarias. Había raciones especiales para los niños, según la edad, y todos los menores de 14 años tenían derecho a un litro diario de leche. Más tarde empezaron a faltar los clavos, los detergentes, los focos, y otros muchos artículos de urgencia doméstica, y el problema de las autoridades no era reglamentarlos sino conseguirlos. Lo más admirable era comprobar hasta qué punto aquella escasez impuesta por el enemigo iba acendrando la moral social. El mismo año en que se estableció el racionamiento ocurrió la llamada Crisis de Octubre, que el historiador inglés Hugh Thomas ha calificado como la más grave de la historia de la humanidad, y la inmensa mayoría del pueblo cubano se mantuvo en estado de alerta durante un mes, inmóviles en sus sitios de combate hasta que el peligro pareció conjurado, y dispuestos a enfrentarse a la bomba atómica con escopetas. En medio de aquella movilización masiva que hubiera bastado para desquiciar a cualquier economía bien asentada, la producción industrial alcanzó cifras insólitas, se terminó el ausentismo en las fábricas y se sortearon obstáculos que en circunstancias menos dramáticas hubieran sido fatales. Una telefonista de Nueva York le dijo en esa ocasión a una colega cubana que en los Estados Unidos estaban muy preocupados por lo que pudiera ocurrir.

–En cambio aquí estamos muy tranquilos –replicó la cubana–. Al fin y al cabo, la bomba atómica no duele.

El país producía entonces suficientes zapatos para que cada habitante de Cuba pudiera comprar un par al año, de modo que la distribución se canalizó a través de los colegios y los centros de trabajo. Sólo en agosto de 1963, cuando ya casi todos los almacenes estaban cerrados porque no había materialmente nada que vender, se reglamentó la distribución de la ropa. Empezaron por raciones de nueve artículos, entre ellos los pantalones de hombre, la ropa interior para ambos sexos y ciertos géneros textiles, pero antes de un año tuvieron que aumentarlos a 15. Aquella Navidad fue la primera de la Revolución que se celebró sin cochinito y turrones, y en que los juguetes fueron racionados. Sin embargo, y gracias precisamente al racionamiento, fue también la primera Navidad en la historia de Cuba en que todos los niños sin ninguna distinción tuvieron por lo menos un juguete. A pesar de la intensa ayuda soviética y de la ayuda de China Popular que no era menos generosa en aquel tiempo, y a pesar de la asistencia de numerosos técnicos socialistas y de la América Latina, el bloqueo era entonces una realidad ineludible que había de contaminar hasta las grietas más recónditas de la vida cotidiana y a apresurar los nuevos rumbos irreversibles de la historia de Cuba. Las comunicaciones con el resto del mundo se habían reducido al mínimo esencial. Los cinco vuelos diarios a Miami y los dos semanales de Cubana de Aviación a Nueva York fueron interrumpidos desde la Crisis de Octubre. Las pocas líneas de América Latina que tenías vuelos a Cuba los fueron cancelando a medida que sus países interrumpían las relaciones diplomáticas y comerciales, y sólo quedo un vuelo semanal desde México que durante muchos años sirvió de cordón umbilical con el resto de América, aunque también como canal de infiltración de los servicios de subversión y espionaje de los Estados Unidos. Cubana de Aviación, con su flota reducida a los épicos Bristol Britannia que eran los únicos cuyo mantenimiento podían asegurar mediante acuerdos especiales con los fabricantes ingleses, sostuvo un vuelo casi acrobático a través de la ruta polar hasta Praga. Una carta de Caracas, a menos de mil kilómetros de la costa cubana, tenía que darle la vuelta a medio mundo para llegar a La Habana. La comunicación telefónica con el resto del mundo tenía que hacerse por Miami o Nueva York, bajo el control de los servicios secretos de los Estados Unidos, mediante un prehistórico cable submarino que fue roto en una ocasión por un barco cubano que salió de la bahía de La Habana arrastrando el ancla que había olvidado levar. La única fuente de energía eran los 5 millones de toneladas de petróleo que los tanqueros soviéticos transportaban cada año desde los puertos del Báltico, a 14 mil kilómetros de distancia, y con una frecuencia de un barco cada 53 horas. El Oxford, un buque de la CIA equipado con toda clase de elementos de espionaje, patrulló las aguas territoriales cubanas durante varios años para vigilar que ningún país capitalista, salvo los muy pocos que se atrevieron, contrariara la voluntad de los Estados Unidos. Era además una provocación calculada a la vista de todo el mundo. Desde el malecón de La Habana o desde los barrios altos de Santiago se veía de noche la silueta luminosa de aquella nave de provocación anclada en aguas territoriales. Tal vez muy pocos cubanos recordaban que del otro lado del mar Caribe, tres siglos antes, los habitantes de Cartagena de Indias habían padecido un drama similar.

Las 120 mejores naves de la armada inglesa, al mando del almirante Vernon, habían sitiado la ciudad con 30 mil combatientes selectos, muchos de ellos reclutados en las colonias americanas que más tarde serían los Estados Unidos. Un hermano de George Washington, el futuro libertador de esas colonias, estaba en el estado mayor de las tropas de asalto. Cartagena de Indias, que era famosa en el mundo de entonces por sus fortificaciones militares y la espantosa cantidad de ratas de sus albañales, resistió el asedio con una ferocidad invencible, a pesar de que sus habitantes terminaron por alimentarse con lo que podían, desde las cortezas de los árboles hasta el cuero de los taburetes. Al cabo de varios meses, aniquilados por la bravura de guerra de los sitiados, y destruidos por la fiebre amarilla, la disentería y el calor, los ingleses se retiraron en derrota. Los habitantes de la ciudad, en cambio, estaban completos y saludables, pero se habían comido hasta la última rata.

Muchos cubanos, por supuesto, conocían este drama. Pero su raro sentido histórico les impedía pensar que pudiera repetirse. Nadie hubiera podido imaginar, en el incierto Año Nuevo de 1964, que aún faltaban los tiempos peores de aquel bloqueo férreo y desalmado, y que había de llegarse a los extremos de que se acabara hasta el agua de beber en muchos hogares y en casi todos los establecimientos públicos.

viernes, 11 de abril de 2014

DICHA GRANDE: REINICIO DE LA GESTA INDEPENDENTISTA CUBANA



Por José Gilberto Valdés
"Bajan del bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal. Ideas diversas y revueltas en el bote. Más chubascos. El timón se pierde. Fijamos rumbo. Llevo el remo de proa. Salas rema seguido. Paquito Borrero y el General ayudan de popa. Nos ceñimos los revólveres. La luna asoma, roja, bajo una nube. Arribamos a una playa de piedras, la playita al pie del Cajobabo, me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande."
Así describe José Martí el desembarco en la costa oriental de Cuba para el reinicio de la lucha independentista, el 11 de abril de 1895. Junto a él Máximo Gómez, dominicano y destacado jefe militar y estratega en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y otros patriotas. Para el momento en que ponen pie en tierra, toda la isla vibra desde el 24 de febrero por la nueva clarinada en la contienda contra el colonialismo español.
Por la descripción de los historiadores y testigos presenciales es posible imaginarse el curso de los acontecimientos en ese punto geográfico de difícil acceso, con una forma de “U” de unos cincuenta metros de profundidad hasta un alto farallón.
En la noche, el silencio es roto por las olas del mar. Allí está un hombre de frente amplia y pelo desgreñado, con pantalón y chamarreta azul, sombrero negro y alpargata”. ¿Pudo haber pensado en el tortuoso camino transitado para difundir la idea de la guerra necesaria?
¡Cuánto ardiente verbo y certera pluma, sin descanso, para convencer a los viejos mambises y a los pinos nuevos en la intención de juntar voluntades y recursos por una Patria libre!
No se amilanó su espíritu emprendedor ante los contratiempos del Plan Fernandina, donde se incautaron los recursos previstos para una guerra de corta duración. Mantuvo su corazón fuerte incluso en las peripecias  del último viaje a la isla, interrumpido por la deserción de los tripulantes del primer barco y el encuentro con gente de mar simpatizante que colaboró en la sigilosa marcha a Cuba.
Muchos afirman que el Delegado del Partido Revolucionario Cubano se sentía satisfecho y útil, tras los momentos conspirativos vividos junto a Gómez en la dominicana localidad de Montecristi, donde en el mes de marzo redactaron el programa de acción política y militar que denominan Manifiesto a Cuba del Partido Revolucionario.

Después del desembarco, instalaron varios campamentos hasta que el 15 de abril, en la manigua redentora,  Martí fue ascendido a Mayor General del Ejército Libertador -- más por sus méritos y sacrificios que por experiencia militar--, por decisión de Máximo Gómez  En ese lugar recibió la primera bandera cubana, bordada por Juana Pérez, esposa del General Pedro Agustín Pérez y el General José Maceo le entregó el caballo "Baconao", en el cual cabalgó hasta su caída en Dos Ríos, el fatídico 19 de mayo.



domingo, 6 de abril de 2014

Revelan que programador de ZunZuneo es empleado de la Embajada de EEUU en Nicaragua

ZunZuneo de la USAID
En la red ilegal de comunicaciones conocida como ZunZuneo,  financiada y dirigida por USAID, participó un empleado de la Embajada de EEUU en Managua, mientras era burlada la inteligencia nicaragüense y las disposiciones de TELCOR, el organismo rector de las telecomunicaciones en ese país, aseguraron medios en el país centroamericano. 

La Prensa identifica a los empleados de la USAID en Nicaragua

De acuerdo con despachos de prensa, Mario Bernheim, uno de los principales programadores de ZunZuneo, fue subcontratado por su hermana Noy Villalobos, gerente de Creative Associates International, bajo el auspicio de la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID).
El diario La Prensa de Nicaragua publicó que ”se conoció que Bernheim trabaja actualmente para USAID Nicaragua; sin embargo, esto no fue negado, ni confirmado por esta oficina de cooperación”.
La Prensa obtuvo el dato de que este programador de sistemas era personal nuevo en la Embajada americana, razón por la cual nos comunicamos con el vocero de la Embajada estadounidense en Managua, Thomas Hamm, pero salía directo al buzón de voz“, añade el diario.
Joe McSpedon, funcionario del gobierno de Estados Unidos.
Joe McSpedon, funcionario de la USAID, sale de su casa el lunes 31 de marzo del 2014 en Washington. Foto: AP
Joe McSpedon, funcionario del gobierno de Estados Unidos, se reunió en 2010 con un equipo de especialistas en alta tecnología —entre ellos Bernheim—, para crear esta red social destinada a socavar al gobierno de Cuba.
El trabajo de Bernheim era crear una red de mensajería de textos a través de celulares, que pudiera llegar a cientos de miles de cubanos, con el propósito de alentar una sublevación dentro de la Isla.
Los hermanos nicaragüenses Mario Bernheim y Noy Villalobos fueron señalados en una investigación de la agencia de noticias AP que destapara esta operación encubierta del gobierno de los EEUU, de ser los creadores de la red que burló el control de las autoridades nicaragüenses.
Una de las bases de operaciones de la red estaba en Managua, otra en San José y una más, la principal en Washington. USAID, de acuerdo con la investigación de AP, declaró su satisfacción por la forma en cómo operó la red, que no llegó a alcanzar sus objetivos, pero que funcionó sin que en Nicaragua advirtieran lo que ocurría.
De acuerdo con el diario nicaragüense La Trinchera, el organismo regulador de las Telecomunicaciones en Nicaragua, TELCOR, “no cuenta con medios para dar seguimiento a una operación tan sofisticada lo que lleva a pensar que el estado nicaragüense no tiene la capacidad de dar seguridad al país en contra de los delitos informáticos”.

¿Agencia de desarrollo o de operaciones encubiertas?

La Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés) volvió a ser noticia esta semana cuando la investigación de la agencia de noticias AP reveló que la red social ZunZuneo -conocida también como el “Twitter cubano”- fue un proyecto diseñado con intenciones políticas y que EE.UU. hizo todo lo posible por ocultarlo.
Esta no es la primera vez que la polémica agencia es señalada de injerencia por un gobierno extranjero. ¿De qué se encarga? ¿Cuál es su verdadero papel?

La historia

La Usaid fue creada por una orden ejecutiva del presidente John F. Kennedy en 1961, luego de que el mandatario reconociera que hacía falta “una oficina que se encargara de administrar la ayuda a países extranjeros, para promover el desarrollo social y económico”, según se lee en su página web. Cinco décadas más tarde, la agencia dispone de menos del 1% del presupuesto federal que le asigna el Congreso para “prestar ayuda” a más de 100 países.
Sin embargo, gobiernos de distintos países la han acusado de injerencia en los asuntos internos de las naciones en las que presta ayuda.
La revista Foreign Policy recuerda en un artículo publicado este jueves que durante las décadas de 1960 y 1970, la agencia se asoció con la ahora clausurada Oficina de Seguridad Pública de la CIA, un departamento señalado de formar a cuerpos de seguridad extranjeros en “técnicas de terrorismo y tortura”. Aunque la USAID siempre ha negado participación en este tipo de actividades, en 1973 el Congreso decidió eliminar el programa, debido a que tales acusaciones estaban dañando la imagen pública de EE.UU.
“Lo que ha hecho la Usaid, al igual que otras organizaciones como la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) y el Instituto Republicano Internacional (IRI), es proveer una especie de cubierta para que el Departamento de Estado financie directamente actividades de la oposición venezolana, incluso a organizaciones que estuvieron vinculadas con el golpe de Estado de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez”, explicó a BBC Mundo George Ciccariello-Maher, profesor de la facultad de Historia y Política de la Drexel University.
Según el académico, el IRI jugó un papel importante en la creación del partido opositor venezolano Primero Justicia, de donde salieron los dirigentes Henrique Capriles y Leopoldo López. “Con la llegada de Chávez al poder -que coincidió con la desintegración de los partidos políticos tradicionales- Estados Unidos se dio cuenta de que la oposición necesitaba un vehículo político y comenzó a financiar y organizar entrenamientos para perfeccionar a estos líderes”, asegura el profesor.
En 2009, las autoridades cubanas arrestaron al empresario Alan Gross que luego fue sentenciado a 15 años de prisión por “actos contra la independencia y la integridad territorial del Estado”, al intentar ofrecer acceso a internet a opositores como parte de un programa financiado por la USAID.
Tres años después, Rusia expulsó a la agencia de su territorio por “intentos de influenciar los procesos políticos a través de sus programas” y en 2013, el presidente boliviano Evo Morales acusó a la USAID de interferir en los asuntos internos y “seguir conspirando” contra su gobierno.
Incluso se ha llegado a sugerir que la USAID funciona como un frente civil de la CIA que lleva a cabo operaciones secretas, recuerda La Trinchera.

jueves, 3 de abril de 2014

No se deje engañar: ZunZuneo, “twitter” yanqui para la subversión en Cuba

Tomado de Cubadebate

ciberguerra
En julio de 2010 Joe McSpedon, funcionario del gobierno de Estados Unidos, viajó a Barcelona con el propósito de afinar los últimos detalles de un plan secreto para crear una red social destinada a socavar al gobierno cubano.
McSpedon y su equipo de contratistas especializados en alta tecnología habían llegado desde Costa Rica, Nicaragua, Washington y Denver. Su misión, lanzar una red de mensajería que pudiera llegar a cientos de miles de cubanos. Para ocultar la red al gobierno de la isla, crearían un intrincado sistema de empresas fachada con una cuenta bancaria en Islas Caimán y contratarían a ejecutivos que no estaban al tanto de la situación y a quienes no se informaría de los vínculos de la empresa con el gobierno norteamericano.
McSpedon no trabajaba para la CIA. Se trataba de un programa financiado y gestionado por USAID, la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo, que maneja miles de millones de dólares en programas de asistencia humanitaria.
Según documentos obtenidos por The Associated Press y numerosas entrevistas con personas que participaron en el proyecto, el plan era desarrollar un “Twitter cubano” elemental que usara mensajes de texto enviados y recibidos por teléfonos móviles para burlar el férreo control informativo y las restricciones al uso de la Internet que mantiene el gobierno de Cuba. Buscando un juego de palabras relacionado con Twitter, lo llamaron ‘ZunZuneo’, palabra relacionada con el zunzún, como se llama en Cuba al colibrí o zumbador.
Los documentos muestran que el gobierno de Estados Unidos planeó la creación de una base de suscriptores usando “contenido no controversial”: noticias de fútbol, música, huracanes y publicidad. Cuando lograra una audiencia de cientos de miles de suscriptores, enviarían mensajes de contenido político para inspirar a los cubanos a crear convocatorias en red de “multitudes pensantes”, concentraciones masivas que fueran convocadas rápidamente y pudieran desencadenar una “primavera cubana” o, como un documento de USAID lo expresó, “renegociar el equilibro de poder entre el estado y la sociedad”.
En su apogeo en 2012, el proyecto captó más de 40.000 cubanos como suscriptores para compartir noticias e intercambiar opiniones. Pero esos suscriptores nunca supieron que el servicio fue creado por el gobierno de Estados Unidos, ni que había contratistas que recopilaban información privada de los usuarios con propósitos políticos.
“No se mencionará en lo absoluto la participación del gobierno de Estados Unidos”, dice un informe de Mobile Accord, uno de los contratistas. “Es totalmente crucial para el éxito a largo plazo del servicio y garantizar el cumplimiento de la Misión (sic)”.
La legalidad del programa no está clara: las leyes de Estados Unidos exigen que cualquier acción encubierta de una entidad federal debe contar con autorización presidencial. Funcionarios de USAID declinaron decir quién aprobó el programa o si la Casa Blanca conocía de su existencia. McSpedon, gerente de nivel medio y el funcionario de más alto rango identificado en los documentos obtenidos por la AP, declinó comentar al respecto.
Matt Herrick, portavoz de USAID, dijo que la agencia está orgullosa de sus programas en Cuba y que investigadores del Congreso que revisaron el programa el año pasado determinaron que se apegaba a las leyes de Estados Unidos.
“La USAID es una agencia que promueve el desarrollo, no una agencia de inteligencia, y trabajamos en todo el mundo para ayudar a que la gente pueda ejercer sus derechos y libertades fundamentales, y darles acceso a herramientas que mejoren su vida y se puedan conectar con el mundo exterior”, dijo Herrick.
Sobre la implementación, agregó, que “¿ha tomado el gobierno medidas para operar con discreción en entornos poco permisivos? Naturalmente… en los entornos hostiles con frecuencia tomamos medidas para proteger a los que trabajan con nosotros en el terreno. Esto no es único de Cuba”.
ZUNZUNEO: PROGRAMA SECRETO

Pero el programa ZunZuneo enturbia esas aseveraciones, un tema delicado porque su misión de promoción de la democracia y la entrega de ayuda a las poblaciones más pobres y vulnerables del mundo pasa por tener la confianza y cooperación de otros gobiernos.
El senador Patrick Leahy, demócrata de Vermont y presidente de la Subcomisión de Asuntos de Departamento de Estado y Operaciones en el Extranjero, dijo que está a la espera de recibir una explicación de la USAID al respecto.
“Mirando el programa por encima hay varios aspectos problemáticos”, dijo Leahy. “Existe el riesgo de que jóvenes cubanos usuarios de teléfonos celulares no supieran que era una actividad financiada por el gobierno de Estados Unidos. Está la naturaleza clandestina de un programa del que no se informó a la Subcomisión de Asignaciones, que tiene funciones de supervisión”.
The Associated Press obtuvo más de mil páginas de documentos sobre el desarrollo de ZunZuneo. La AP verificó independientemente el alcance y los detalles del proyecto (como números de contratos federales y nombres de candidatos) a través de bases de datos de acceso público, fuentes del gobierno y entrevistas con los que participaron directamente en el proyecto.
En su conjunto, los documentos cuentan la historia de cómo agentes del gobierno de Estados Unidos, trabajando en el más profundo secreto, se convirtieron en emprendedores tecnológicos en Cuba.

UN INTENTO DE REGRESO A LA GUERRA FRÍA

ZunZuneo parecía ser una vuelta a la Guerra Fría y los decenios de enfrentamiento entre Estados Unidos y Cuba. Y todo ocurrió en momentos en que las históricamente agrias relaciones entre los dos países habían mejorado, al menos marginalmente, y Cuba había dado pasos hacia una economía más abierta.
No está claro si el plan comenzó con la USAID o Creative Associates International, una empresa de Washington con fines de lucro que ha recibido cientos de millones de dólares en contratos con el gobierno de Estados Unidos. Para la AP no es claro cómo los números de teléfono fueron conseguidos, aunque los documentos parecen indicar que se hizo de manera ilícita. Los responsables de ZunZuneo usaron esos números para crear una base de suscriptores para empezar el proyecto.
A mediados de 2009, Noy Villalobos, una gerente de Creative Associates, inició una conversación por chat con su hermano menor en Nicaragua, según un correo electrónico de Creative Associates, capturó la conversación.
“Por supuesto, esto es muy confidencial”, previno Villalobos a su hermano. Pero, “¿qué pudieras hacer si tuvieras todos los números de celular de un país determinado?, ¿pudieras enviar grandes cantidades de mensajes de texto sin que el gobierno lo supiera?”.
¿Puedes encriptarlos o algo así?, le preguntó en un mensaje de texto.
Mario Bernheim le respondió a su hermana que podía encontrar la manera de enviar mensajes instantáneos a cientos de miles de cubanos y a bajo costo. No podía encriptarlos porque sería demasiado complicado y no podrían ocultar los mensajes al gobierno cubano, que controlaba Cubacel, pero sí podían ocultar la identidad del que los enviaba cambiando constantemente el país de origen de los mensajes.
“¿Podríamos rotarlos por varios países?”, preguntó Villalobos. “¿Digamos, un mensaje desde Nicaragua, otro desde España, otro desde México?”
Bernheim dijo que sí. “Pero necesito instalar computadoras espejo en muchas partes, la misma computadora trabajando sobre la misma plataforma con el mismo teléfono”.
Se despidió con un “no hay problema”.

CONVERSACIÓN CLANDESTINA CREA OFERTA DE TRABAJO

Después de la conversación, Creative Associates lo contrató como subcontratista bajo la responsabilidad de su hermana. Bernheim, a su vez, contrató al ingeniero cubano que había recibido la lista de números de teléfono. Para la AP no está claro cómo los números fueron conseguidos.
Los responsables de ZunZuneo usaron esos números para crear una base de suscriptores para empezar el proyecto. El equipo se las arregló para enviar mensajes de texto a miles de cubanos sin ser detectados. Pero tenían ambiciones mayores.
Creative Associates concibió la lista como el punto de partida de una red social que llamarían “Proyecto ZZ” o “Project Hummingbird”, que arrancaría cautelosamente y trataría de hacer llegar su mensaje a los jóvenes cubanos, a quienes la USAID consideraba más proclives al cambio político.
“Debemos aumentar gradualmente los riesgos”, propuso la USAID en un documento. La agencia defendía el uso de las llamadas ‘smart mobs’, una convocatoria a través de la red a encuentros masivos convocados con poca antelación, sólo en “momentos críticos u oportunos y no en detrimento de la red de nuestra plataforma”.
El equipo de contratistas y subcontratistas de la USAID creó un portal de Internet paralelo al servicio de mensajes de texto de manera que los cubanos pudieran suscribirse, interactuar ente ellos y enviar mensajes gratis. Para lograr que el portal se pareciera al de una empresa real plantearon el uso de “banners con publicidad ficticia para dar la apariencia de una empresa comercial”, sugirió una propuesta.
En múltiples documentos, personal de la USAID destacó que los mensajes de texto habían movilizado multitudes y provocado levantamientos políticos en Moldavia y Filipinas, entre otros países. La agencia señaló el papel de las redes sociales en Irán después de las elecciones en las que venció el entonces presidente Mahmud Ahmadinejad en junio de 2009 y las consideraba un instrumento importante de política exterior.
Los documentos de la USAID indican que su objetivo estratégico en Cuba era “sacarla del punto muerto en que se encuentra mediante tácticas e iniciativas temporales para impulsar el proceso de transición hacia el cambio democrático”. Cambio democrático en Cuba significaba acabar con el control de los Castro sobre el poder.
La USAID dividió la sociedad cubana en cinco segmentos sobre la base de su lealtad al gobierno. Por una parte estaba el “movimiento democrático”, al que calificaba de “todavía (en lo fundamental) irrelevante” y por la otra los “partidarios fieles al gobierno”, llamados los talibanes en una comparación con los extremistas afganos y paquistaníes.
Una pregunta clave era cómo movilizar a los cubanos de a pie hacia el campo de los activistas democráticos sin ser detectados. Bernheim aseguró al equipo que eso no sería un problema.
“El gobierno cubano, como otros regímenes comprometidos con el control de la información, carece de la capacidad de vigilar y controlar de manera efectiva un servicio de estas características”, escribió Berhneim en una propuesta a la USAID marcada como “información sensible”.
ZunZuneo usaría los números de teléfono para derribar el bloqueo cubano a la Internet y no sólo para entregar información a los cubanos, sino también para que los usuarios pudieran interactuar entre ellos de una manera que el gobierno no pudiera controlar. Al final sería un sistema que permitiría a los cubanos enviarse mensajes directamente entre ellos.
En una reunión de estrategia, la compañía analizó el uso del “volumen de usuarios como una fachada… para la organización”, según las minutas de la reunión. También se sugirió que el “debe haber un espacio los suficientemente grande para ocultar a miembros de la oposición que se hayan inscrito en el servicio”.

ZUNZUNEO INICIA OPERACIONES DESDE AMÉRICA CENTRAL

El equipo de ZunZuneo comenzó a operar desde América Central. Bernheim desde la capital de Nicaragua, Managua, mientras McSpedon supervisaba el trabajo de Creative Associates desde San José, Costa Rica. McSpedon tenía estatus diplomático pero operaba desde fuera de la embajada. Resultó ser un arreglo lo suficientemente extraño como para levantar sospechas en Washington, según funcionarios estadounidenses.
McSpedon trabajaba para la Oficina de Iniciativas de Transición de la USAID, una división creada tras la caída de la Unión Soviética para defender los intereses de Estados Unidos en entornos políticos que cambiaban a gran velocidad sin tener que lidiar con la burocracia habitual.
En 2009, un informe redactado por investigadores del Congreso advirtió que la labor de la oficina de transición “a menudo se presta a enredos políticos que podrían tener consecuencias diplomáticas“. Personal de diferentes comisiones legislativas de supervisión del Congreso se habían quejado de que USAID gestionaba programas secretos sobre los que no ofrecía detalles.
“Se nos dijo que no nos podían informar siquiera en términos generales sobre esas operaciones porque, cito, ‘podrían morir personas’“, dijo Fulton Armstrong, que trabajaba en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Antes de eso, Armstrong fue el analista de inteligencia de mayor rango en América Latina y asesoraba a la Casa Blanca de Clinton.
El dinero que Creative Associates invirtió en ZunZuneo se asignó públicamente a un proyecto no especificado en Pakistán, según información gubernamental. Pero no hay ninguna prueba de que los fondos se gastaron.
Las tensiones con el Congreso se dispararon precisamente cuando ZunZuneo comenzaba a despegar en diciembre de 2009, cuando otro programa de la USAID terminó con el arresto del contratista estadounidense Alan Gross, quien había viajado repetidas veces a Cuba en una misión secreta a ampliar el acceso a la Internet mediante tecnología que, por lo general, sólo usan los gobiernos, una misión que fue revelada por la AP en febrero de 2012.
Según Armstrong, en algún momento la Comisión de Relaciones Exteriores descubrió las operaciones secretas de la Oficina de Iniciativas de Transición de la USAID en Costa Rica. Funcionarios del gobierno de Estados Unidos lo reconocieron en privado pero la USAID se negó a ofrecer detalles.
En un evento en Washington, Armstrong dice que le preguntó a McSpedon si sabía que al operar programas secretos desde un tercer país pudiera dar la impresión de que trabajaba para una agencia de inteligencia.
McSpedon, a través de la USAID, dijo que eso no es cierto, pero declinó ofrecer más detalles.

LA ESTRATEGIA CLANDESTINA BAJO LA SOMBRA DE UN CONCIERTO

El 20 de septiembre de 2009, miles de cubanos se reunieron en la Plaza de Revolución de La Habana para ver el concierto del rockero colombiano Juanes denominado “Paz sin fronteras”. Era la concentración más multitudinaria en la isla desde la visita del Papa Juan Pablo II en 1998. Bajo la mirada de una efigie de Ernesto “Che” Guevara, Juanes, que vive en Miami, prometió que su música convertiría el odio en amor.
Para el equipo de ZunZuneo, el concierto era una oportunidad perfecta para probar el poder político de su red social. Semanas antes, la empresa de Bernheim, usando la lista de teléfonos, envió medio millón de mensajes para probar cuál sería la reacción del gobierno cubano.
El equipo contrató a Alen Lauzán Falcón, un artista satírico nacido en La Habana y que vive en Chile para escribir mensajes “a la cubana”. Algunos tenían un contenido moderadamente político, otros eran cómicos. Algunos más incisivos. Uno preguntaba si dos músicos locales, que gozan del apoyo del gobierno, debían subirse al escenario con Juanes. Respondieron alrededor de 100.000 personas sin darse cuenta que participaban en una encuesta para conseguir información de inteligencia.
Paula Cambronero, investigadora de la empresa Mobile Accord, comenzó a crear una amplia base de datos de los suscriptores cubanos con información como género, edad, “receptividad” y “tendencias políticas”. La USAID creía que la información demográfica de la presunta disidencia podría ayudarlos a enfocar otros programas en Cuba y “maximizar las posibilidades de extender nuestro alcance”.
Cambronero concluyó que el equipo debía ser cuidadoso y escribió en un informe que “los mensajes con connotación humorística no deben mostrar tendencias políticas claras para no crear animosidad en los destinatarios”.
Falcón dijo en una entrevista que nunca le dijeron que estaba escribiendo mensajes para un operativo del gobierno de Estados Unidos, pero no se arrepiente de haber participado.
Carlos Sánchez Almeida, abogado especialista en leyes europeas de protección de información, dijo que estos detalles revelados por la AP infringen las leyes de privacidad españolas porque el equipo de ZunZuneo había recopilado de manera ilegal información personal de una lista de teléfonos y la había enviado mensajes no solicitados a través de una plataforma española.
“La liberación no autorizada de información es delito, y usar esa información para crear una lista de personas por su afiliación política está completamente prohibido por la ley española” dijo Almeida, quien agregó que también infringe un acuerdo de protección de información suscrito entre la Unión Europea y Estados Unidos en 2000.
A partir de los registros de los servidores, la USAID vio pruebas de que La Habana había tratado de seguir la pista a los mensajes de texto, de penetrar los servidores de ZunZuneo y ocasionalmente había bloqueado los mensajes. Pero la USAID calificó la respuesta de “tímida” y concluyó que ZunZuneo podía ser viable si mantenía su origen en secreto.
Aunque Cuba tiene uno de los mejores servicios de contrainteligencia del mundo, el equipo de ZunZuneo creyó que mientras el servicio de mensajería pareciera inofensivo, Cubacel lo dejaría tranquilo.
Una vez que la red tuviera una masa crítica, según los documentos de Creative Associates y la USAID, sería más difícil para el gobierno cubano cerrarla debido a su popularidad y a que Cubacel se habría acostumbrado a los ingresos que le generaban los mensajes.
En febrero de 2010 se presentó ZunZuneo a los cubanos y comenzó la campaña de mercadotecnia. En seis meses consiguió 25.000 suscriptores. Crecía más rápido y atraía más atención de la que el equipo de USAID podía controlar.

DE LO MICRO A LO MACRO

Saimi Reyes Carmona estudiaba periodismo en la Universidad de La Habana cuando se tropezó con ZunZuneo.
Estaba intrigada tanto por la novedad del servicio como por su precio. La publicidad decía “mensajes gratis”, así que se apuntó con su apodo, “Saimita”.
Al principio era una plataforma pequeña, dijo durante una entrevista reciente en La Habana. Pero un día fue al portal y vio que los servicios aumentaban. “Empecé a enviar un mensaje diario”, el máximo permitido al principio. “Casi no tenía seguidores”. Pero cada vez que recibía uno se contentaba.
Entonces la popularidad de ZunZuneo se disparó.
“Todo el mundo quería apuntarse y en cuestión de meses tenía 2.000 seguidores, no tenía idea de quiénes eran ni de dónde eran”.
Informó a sus seguidores de su fecha de cumpleaños y se sorprendió al recibir 15 mensajes privados. “Esto es lo mejor que he visto”, le dijo a su novio, Ernesto Guerra Valdez, también estudiantes de periodismo.
No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de que era la segunda persona con más seguidores de la isla después de un usuario llamado UCI, que imaginaba era la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana. Su novio tenía 1.000 seguidores. Los dos estaban sorprendidos del alcance que les ofrecía.
“Era algo tan maravilloso” dijo Guerra. “Tan noble”. El y Reyes trataron de entender cómo funcionaba ZunZuneo porque la tecnología tenía que ser costosa, pero no descubrieron nada. Se sentían agradecidos.
“Siempre nos pareció extraña tanta generosidad y amabilidad”, dijo Reyes. “El hada madrina de la telefonía móvil”.

ZUNZUNEO CON MIRAS A DIVIDIRSE

A principios de 2010 Creative Associates decidió que ZunZuneo era tan popular que la compañía de Bernheim no era lo suficientemente sofisticada para gestionarlo y pasaron a crear “una versión a escala de Twitter”, para lo cual acudieron a otro joven experto en tecnología, James Eberhard, presidente de Mobile Accord, una empresa de Denver. Eberhard fue un pionero en el uso de mensajes de texto para donaciones en caso de desastres y había recaudado millones de dólares después del terremoto de Haití en enero de 2010.
Eberhard ganó millones antes de cumplir los 30 años con la venta de una compañía que vendía ringtones y juegos. Su portal de Internet lo describía como un “visionario en la comunidad global de la telefonía móvil”.
En julio viajó a Barcelona para sumarse a Bernheim, McSpedon y otros con el fin de crear lo que llamaron “una estrategia discreta”.
“Si se descubre que la plataforma es o ha sido apoyada por el gobierno de Estados Unidos, no sólo nos arriesgamos a que Cubacel cierre el canal, sino que ponemos en riesgo la credibilidad de la plataforma como fuente de información confiable, de educación y de empoderamiento”, decía un memorando de Mobile Accord.
Para ocultar el rastro, decidieron que una empresa del Reino Unido estableciera en España una empresa que gestionara ZunZuneo. Y crearon otra llamada MovilChat en las Islas Caimán, un paraíso fiscal, con una cuenta en el Bank of N.T. Butterfield & Son Ltd. para pagar las cuentas.
Las minutas de la reunión de Barcelona indican que las compañías pantallas permitirían a ZunZuneo distanciarse de Washington para que “el rastro del dinero no termine en Estados Unidos”.
Pero el dinero no era lo único que les preocupaba. Tenían que ocultar el origen de los mensajes textos, según documentos y entrevistas con miembros del equipo.
Brad Blanken, el jefe de operaciones de Mobile Accord, abandonó el proyecto en su etapa inicial pero dijo que se debían seguir dos principios para que lograr el éxito.
“El mayor reto es conseguir los números de teléfono”, dijo. “Y después, tener la capacidad de burlar el control de la red”.
El equipo de contratistas instaló servidores en España, Irlanda y las Islas Caimán para procesar los textos, y contrató a una empresa española llamada Lleida.net para enviar los mensajes a Cuba desprovistos de su información de identificación.
Mobile Accord también trató de conseguir información de inteligencia de ingenieros de Telefónica, la empresa española de telecomunicaciones y aliada de Cubacel, que según los organizadores “podría conocer la red de Cubacel”.
“Comprender los protocolos de seguridad y de vigilancia de Cubacel será un activo de valor incalculable para evitar la detección por parte de la telefónica (en este caso Cubacel)”, dice un informe de Mobile Accord.
No obstante, los responsables de USAID se dieron cuenta de que no podían ocultar su participación de manera indefinida a menos que abandonaran el escenario. El dilema se planteó sin rodeos cuando Eberhard viajó a Washington para participar en una reunión de estrategia a principios de febrero de 2011, en que su compañía señaló la “contradicción inherente” de dar a los cubanos una plataforma de comunicación en la que su gobierno no podía influir pero que era financiada por el gobierno de Estados Unidos e influenciada por su agenda.
Entonces contactaron a Jack Dorsey, uno de los cofundadores de Twitter, en busca de financiación para el proyecto. Los documentos muestran que Dorsey se reunió con Suzanne Hall, funcionaria del Departamento de Estado que trabajó en medios sociales y otros temas. Dorsey declinó comentar sobre el tema.
El Departamento de Estado, bajo la entonces secretaria Hillary Clinton, creía que los medios sociales era una herramienta diplomática importante. En un discurso de 2011 en la Universidad George Washington, Clinton dijo que Estados Unidos ayudaba a las personas en “entornos de Internet opresivos a burlar los filtros de seguridad”. En Túnez, donde nació la Primavera Árabe, dijo Clinton, la gente usó la tecnología para “organizar y compartir quejas, algo que como sabemos ha ayudado a impulsar un movimiento que condujo a un cambio revolucionario”.
A final de cuentas, la solución era encontrar un nuevo equipo gerencial que separar a ZunZuneo de su origen estadounidense y recaudara los fondos necesarios para convertirlo en una iniciativa “independiente”, aunque mantuviese su estrategia de “cambio democrático”.
Eberhard lideró el proceso de selección, una operación sensible porque quería mantener en la ignorancia al equipo de gestores de la empresa española. Ellos no podían saber nada de la participación del gobierno de Estados Unidos.
“El equipo de gestión de ZunZuneo no tendrá conocimiento del origen real de la operación; como máximo, sabrán que Mobile Accord creó la plataforma”, expresó el memorando. “El equipo de gestión no puede tener duda o preocupación alguna sobre la participación del gobierno de Estados Unidos”.
El memorando agregaba que la conciencia limpia del director general sería “particularmente crítica en lo relacionado con Cubacel”. Preocupados por el alto costo de los mensajes de texto para el usuario cubano medio, ZunZuneo negoció una tarifa de cuatro centavos de dólar por mensaje a través de un intermediario español. Los documentos muestran que había esperanza de que un director ejecutivo honesto que no tuviera conocimiento de los orígenes del proyecto podría convencer a Cubacel de que apoyara el proyecto.
Mobile Accord estudió a por lo menos una docena de candidatos de cinco países para la dirección general de la empresa en España. Una de ellas fue Francoise de Valera, presidenta de una empresa a quien contactaron mientras estaba de vacaciones en Dubai.
Viajó a Barcelona. En el Hotel Mandarin Oriental, un resort de lujo de la capital catalana, se reunió con Tim Musratt y Nim Pattel, que entonces residente de Mobile Accord. James Eberhard también participó en las entrevistas. Pero De Valera dijo que no le dieron respuestas claras sobre lo que buscaban.
Me dijeron algo de SMS pero nada sobre un vínculo con Cuba ni con Estados Unidos” dijo en una entrevista desde Londres. “Si hubiera aceptado el cargo, creo que tarde o temprano me habría percatado de que algo andaba mal. Menos mal que no me escogieron”.

RESTRICCIONES PARA ZUNZUNEO

A principios de 2011, Creative Associates se empezó a desesperar con la incapacidad mostrada por Mobile Accord para hacer convertir a ZunZuneo en un proyecto autosostenible e independiente de Estados Unidos. La operación se encontraba frente a un problema sin solución. La USAID pagaba cientos de miles de dólares en tarifas de recepción de mensajes de texto al monopolio de telecomunicaciones cubano a través de cuentas bancarias secretas y empresas fachada. Era una situación que no podían permitirse ni justificar y que si se salía a la luz pública sería vergonzosa, o incluso peor.
En una evaluación detallada, Creative Associates dijo que Mobile Accord había ignorado la sustentabilidad del proyecto. “Se sentía cómoda recibiendo fondos del gobierno de Estados Unidos que mantenían a flote la compañía”.
De los 60 puntos con los que se medía el rendimiento, Mobile sólo consiguió 34. Creative Associates se quejó de que Mobile no entendía muy bien la misión social del proyecto y sólo le dio tres puntos sobre diez en “compromiso con los objetivos del programa”.
“Nos preocupa especialmente su pasividad a la hora de mejorar la situación”, expresa la evaluación.
Mobile Accord se abstuvo de comentar sobre el tema.
En un tono que denotaba cada vez más impaciencia, la USAID presionaba a Mobile Accord para que consiguiera nuevos ingresos para cubrir gastos. Mobile Accord sugirió vender publicidad en Cuba, pero incluso con una proyección de un millón de suscriptores la publicidad en una economía comunista equivaldría a una suma ridícula.
En marzo de 2011, ZunZuneo ya tenía casi 40.000 suscriptores y decidió trabajar con un tope de 50.000 para mantener un perfil bajo, abandonando así sus objetivos previos de llegar a 200.000 usuarios. Decidieron limitar los mensajes al 1% del tráfico total en Cuba para que las autoridades de la isla no los detectaran.
Mientras tanto, a través de un antiguo empleado de ZunZuneo, que habló a condición de no ser identificado porque no estaba autorizado a hablar de su trabajo, conocieron que los cubanos los estaban descubriendo y que ya habían tratado de bloquear el servicio.

ZUNZUNEO DESAPARECE POR PÁGINA PARA NIÑOS

A mediados de 2012 los cubanos comenzaron a quejarse de que el servicio sólo funcionaba esporádicamente, y después que no funcionaba.
ZunZuneo se esfumó con el mismo misterio con el que había aparecido.
En junio de 2012, usuarios con acceso a Twitter y a su página de Facebook se preguntaban qué habría pasado.
“¿Por dónde se pueden recibir mensajes de ZunZuneo?”, preguntó una mujer en Facebook en noviembre de 2012. “¿Por qué ya no me llegan?”.
Los usuarios que trataban de entrar al portal de ZunZuneo eran dirigidos a una página de Internet para niños con un nombre similar.
En un español mal escrito, ZunZuneo publicó en su página de Facebook un mensaje que decía que estaba al tanto de los problemas de acceso y estaban trabajando para solucionarlos.
“Qué viva el ZunZuneo!”, decía su último mensaje.
En febrero, cuando Saimi Reyes y su novio Ernesto Guerra supieron la verdad sobre ZunZuneo, se mostraron sorprendidos.
“¿Cómo iba a saber?”, pregunta Guerra, “Ahí no decía bienvenido a ZunZuneo, un servicio de USAID”.
“Además, no tenía nada negativo. Si yo hubiera comenzado a recibir mensajes subversivos o amenazas de muerte o ‘Todos a las calles’”, rio al decir, “hubiera dicho, ‘OK’, aquí algo huele mal. Pero no sucedió nada de eso”.
La USAID dice que el programa terminó cuando se acabó el dinero. El gobierno cubano declinó comentar al respecto.
El antiguo dominio de Internet de ZunZuneo está a la venta por 299 dólares. El registro de MovilChat, la empresa registrada en las Islas Caimán, venció el 31 de marzo.
(Con información de AP)