Por Gean-Guy Allard
Las revelaciones realizadas por el presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, acerca de un complot para matar al opositor Henrique Capriles, confirman informaciones llegadas desde Miami, e indican cómo los ex altos funcionarios norteamericanos Otto Reich
y Roger Noriega, ambos vinculados a la CIA, se han confabulado con
grupos de la ultraderecha venezolana en un plan para no solo eliminar a
Capriles, sino convertirlo en “mártir” y acusar el Gobierno de ese país
del crimen, entre otros propósitos.
Al crearle a la oposición su supuesto “mártir propio”, los
conspiradores buscan un factor de movilización para sus fuerzas y, sobre
todo, un pretexto para promover un clima de violencia y total
desestabilización. Objetivo final: tratar de impedir la celebración de
los comicios presidenciales del próximo 14 de abril o por lo menos
cuestionar su validez, en elecciones donde -todo el mundo reconoce- les
será imposible derrotar a las fuerzas chavistas.
Ex embajador en Caracas, Reich contribuyó activamente al regreso a EE.UU. del terrorista Orlando Bosch, responsable de la destrucción en pleno vuelo de un avión civil cubano.
Hijo
cubano de un austriaco que se asiló en Cuba por colaborar con los
nazis -lo que pudiera explicar su desprecio visceral por Carriles-,
Reich es desde hace rato miembro del círculo de amigos íntimos del
terrorista Posada Carriles,
de larga experiencia conspirativa. Por años han trabajado juntos en
todo tipo de planes para tratar de derrocar a la Revolución cubana y
eliminar físicamente a su líder, Fidel Castro.
En
la década de los 80 del pasado siglo, ambos formaron parte del
operativo diseñado por la administración Reagan contra el Gobierno
sandinista de Nicaragua que terminó con el escándalo Irán-Contra.
Siendo
Secretario asistente de Estado del Gobierno de George W. Bush, Reich se
encargó personalmente de las negociaciones con la expresidenta de
Panamá, Mireya Moscoso, para lograr la liberación de Posada Carriles y
el resto del dispositivo terrorista detenido en ese país centroamericano
por tratar de asesinar el entonces presidente cubano Fidel Castro,
durante una Cumbre Iberoamericana.
Luego del triunfo electoral de
Hugo Chávez en las elecciones presidenciales de 1998 en Venezuela y la
posterior radicalización del proceso revolucionario en este país, el
derrocamiento del Gobierno bolivariano se convirtió en una obsesión
enfermiza para Reich y los intereses de la extrema derecha
norteamericana vinculada a los grandes monopolios petroleros que este
representa.
Fue precisamente Reich quién desde su cargo en el
Departamento de Estado, durante la administración Bush, concibió la idea
del golpe contra el presidente Chávez en abril de 2002.
Según se
conoció luego, Reich culpó del fracaso de esta intentona golpista a la
división y divergencias que existieron entre los militares complotados, y
se lamentó de que no llegaron a ponerse de acuerdo desde un primer
momento en cuanto a decidir la eliminación del mandatario venezolano
como él mismo había indicado.
Con posterioridad a estos hechos,
Reich ha estado, de una forma u otra, vinculado a diversos planes de
intento de atentado contra el ex mandatario bolivariano, en complicidad
con la CIA, la ultraderecha venezolana y grupos terroristas radicados en
EEUU.
Reich y sus aliados al parecer se han convencido de que la
tan anhelada desaparición física del líder de la Revolución bolivariana
no ha conducido a la derrota de este proceso, como ellos esperaban. Por
el contrario, Chávez ha devenido un enemigo mucho más peligroso y
difícil de enfrentar.
Se ha convertido en un símbolo venerado por
millones de venezolanos, y cualquier intento por atacar su figura e
imagen constituye en estos momentos un suicidio político.
Ante
esta situación, los sectores de la oposición venezolana y quienes la
dirigen desde Washington están más desconcertados que nunca. De toda
evidencia, no saben cómo enfrentar la nueva realidad. Sus diferencias y
contradicciones internas se vuelven cada vez más irreconciliables.
Paradójicamente,
el propio Capriles, con sus ofensivas declaraciones el día de anunciar
su candidatura y el rechazo que provocaron, ha contribuido a acelerar
estos planes.
“Si en algo todos coinciden es que el candidato
opositor no tiene ‘alma de mártir’, comenta desde Washington un analista
cercano al tema. “Sólo me atrevería a dar un consejo a Capriles, que
sea cuidadoso en su accionar provocativo e irresponsable. Y que recuerde
que para sus amigos de la ultraderecha y sus mentores del Norte, vale
todo para alcanzar los objetivos que favorecen sus intereses”. (Tomado
de Cubasí.cu)
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